La presencia haitiana en RD

La presencia haitiana en RD

La  presencia haitiana en RD

Roberto Marcallé Abreu

Si el denominado “problema haitiano” no ha degenerado en una horrible tragedia, es por la paciencia y la tolerancia de los dominicanos.

No creo que se tenga memoria de una población como la nuestra, que sufra sin manifestar su animadversión de manera airada ante las inconductas de unos extranjeros con los que solo comparte el mal recuerdo de sus invasiones y el degüello de nuestras mujeres y niños.

La situación ha llegado a límites tales que en un video se muestra un ejercicio de reclutas haitianos en entrenamiento militar/policial, que recorrió (hasta prueba en contrario) las calles de San Cristóbal vociferando cánticos en creole patois con la evidente anuencia de las autoridades dominicanas. Mientras, fanáticos de haitianos promueven, en Nueva York, que se elimine de un parque la estatua del patricio Juan Pablo Duarte.

Los nacionales de Haití son los autores de campañas sistemáticas contra nosotros en el exterior. En Canadá, México y otros países desplegaron pancartas demandando que no se hiciera turismo en beneficio del país.

Son decenas los dominicanos asesinados, asaltados y mutilados por haitianos. Un caso espantoso es el de la niña Cielo, de catorce años, a la que cortaron las dos manos. El criminal aún no ha sido detenido.

Son haitianos, en su mayoría, quienes depredan nuestros bosques. Esa gente arrabaliza nuestras ciudades y sustrae sus empleos y oficios a los obreros de la construcción y a los agricultores. Hay videos de nacionales de ese estado colapsado haciendo sus necesidades en las vías públicas. Mantienen en estado de zozobra a hacendados de comunidades fronterizas a quienes roban sus animales y cosechas cuando no los asesinan.

Violan a niños y niñas y mujeres indefensas. Introducen drogas, bebidas y armas por la frontera. Trafican con mujeres a las que prostituyen. Mujeres haitianas vienen a parir al país sustrayendo a los pacientes dominicanos sumas enormes en atenciones de salud. Salud Pública ha tenido que lidiar con enfermedades ya erradicadas que reaparecen con la migración haitiana.

Solo una complicidad extrema explica la actitud de de las autoridades. Por eso, cada día, el número de vagos y delincuentes haitianos crece en nuestras calles y las fronteras permanecen abiertas con desmentidos absurdos. Quienes promueven esta presencia indeseable no son para nada inocentes. Es evidente que se orientan por el incremento de fortunas equívocas y consignas geopolíticas.
El dominicano que ame su Patria, no los traidores abiertos y encubiertos, debe organizarse para defender su territorio, su cultura, sus empleos, su frontera, sus escuelas, sus hospitales. Tenemos suficiente con nuestras propias dificultades y no tenemos por qué echarnos sobre los hombros un problema que ya nos tiene hastiados, pero que no nos corresponde ni disponemos de los recursos para resolver.



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