La prédica del odio como ideología oficial

La prédica del odio como ideología oficial

La prédica del odio como ideología oficial

Bajo los auspicios de sectores pertenecientes a élites económicas y políticas, y con la vocería de algunos intelectuales y políticos comprometidos con causas ajenas a los intereses del pueblo dominicano, se ha creado un escenario de fomentar el odio contra el pueblo haitiano y los-as dominicanos de ese origen.  A tales fines impusieron la Constitución de 2010, que estableció el “jus sanguinis” como medio fundamental de adquisición de la nacionalidad dominicana, que está ausente en todas nuestras constituciones anteriores, y que trajo como consecuencia la abominable sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional que le dio un carácter retroactivo a esa disposición.

Esos voceros pretenden ser, con su prédica antihaitiana, los portadores de un supuesto “nacionalismo” que “defiende la patria de la invasión pacífica de haitianos”, refiriéndose a los obreros  que ocupan los puestos de trabajo en  las fincas agrícolas, en la industria azucarera y de la construcción, a los vendedores de los más diversos productos en las calles y avenidas del país, y a los pedigüeños, que junto a dominicanos forman parte del “ejercito” de los desempleados.

Los haitianos que viven en nuestro país buscan subsistir al igual que lo hacen los dominicanos residentes en Estados Unidos, España, y en diversas islas del Caribe, etc., y a nadie se le ha ocurrido acusarlos de ser “invasores pacíficos”, como podría llamárseles en Washington Heights, por la inmensa cantidad de dominicanos y dominicanas que residen en ese sector de la ciudad de Nueva York, que podrían sobrepasar el millón de personas.

Los antihaitianos del patio, con sus sesudas prédicas de odio, pretenden apropiarse de los sentimientos patrióticos del país;  pero resulta que ese es un falso patriotismo, pues es ciego y sordo ante los verdaderos invasores de nuestra patria, que son las transnacionales que se han apropiado de nuestras minas de oro, destruyendo el ecosistema; de nuestro comercio; de nuestra soberanía territorial, entre otras cosas, con el consentimiento genuflexo de los pseudopatriotas.

Son las mismas elites económicas, políticas, militares e intelectuales quienes, a la vez que promueven el antihaitianismo, son los principales beneficiarios del comercio entre Haití y Dominicana, cuya balanza comercial es la única que arroja un saldo positivo a favor de República Dominicana.

Muchas de nuestras universidades son beneficiarias de los miles de estudiantes haitianos que cursan carreras universitarias en nuestro país.

Mientras los pobres obreros agrícolas haitianos viven en los bateyes, en los edificios en construcción y en las fincas en un estado de extrema miseria y virtual semiesclavitud, el Central Romana es dueño de 3 millones de tareas de tierra de las mejores del Este del país, es decir de una tercera parte de las tierras de esa región.  Pero para los pseudonacionalistas anti haitianos “los invasores” que “quieren fusionar la isla” son los semiesclavos obreros haitianos, no las transnacionales estadounidenses que ponen en peligro permanente nuestra soberanía territorial.

Son los mismos farsantes, disfrazados de nacionalistas, los responsables del desorden migratorio que existe en la frontera con Haití, porque ellos son los que se enriquecen con el peaje que cobran para fomentar y permitir la entrada al país, sin documentos, a los-as ciudadanos haitianos y luego vienen con sus tesis de doble moral:“invasión pacífica” y “fusión de República Dominicana y Haití”.

Pocos se dejan engañar con su doblez, que en el fondo es un discurso con características neo fascista que han reeditado el antihaitianismo como ideología oficial, tal y como ocurrió durante el nefasto régimen trujillista que protagonizo la matanza de miles de haitianos.

Los neotrujillistas con sus prédicas de odio, por un lado, incentivan y crean las condiciones para un genocidio contra los haitianos que viven en nuestro país; y por el otro lado, pretenden enfrentar a los dos pueblos que compartimos la misma isla y que deseamos vivir en paz y fraternidad.



Johnny Guerrero

*Es abogado. Secretario General del Capitulo dominicano de la Asociación Americana de Juristas (AAJ). Miembro de: Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); Campaña Dominicana de Solidaridad con Cuba y Foro Social Alternativo (FSA).

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