Lo peor que le puede pasar al béisbol de Grandes Ligas, en momentos que se encuentra en unas de sus peores coyunturas, de acuerdo a cifras compiladas en los últimos años, es que la política partidista interfiera de lleno en el desarrollo de la presente campaña.
Y es que las declaraciones de los expresidentes Barack Obama y Donald Trump, tras la cancelación del Juego de Estrellas y del draft 2021 en Atlanta, se proyectan como el inicio de una batalla que deriva más hacia la política que al deporte en sí.
No es un secreto que las Grandes Ligas está preocupada por la baja que ha tenido en la asistencia de fanáticos a los estadios y el constante decrecimiento en los ratings de la televisión, lo que ha puesto a repensar que algo hay que hacer sin pérdida de tiempo para recuperar el terreno perdido.
De acuerdo a un estudio reciente, los aficionados estadounidenses consideran que se deben realizar cambios para que el juego sea menos aburrido y se aceleren los tiempos, cuyo promedio actual es de unas tres horas y media.
Pero la intervención de Obama apoyando que le quitaran la sede del Juego de Estrellas a Atlanta, tras una reciente ley electoral apoyada por los republicanos, es porque la considera racista, dado que limita el derecho al voto de personas de raza negra.
El comisionado, Rob Manfred, está de acuerdo con la decisión, pero en Atlanta ha sido rechazada por considerar que las divisiones no se superan implicando al deporte en los asuntos políticos, sino que por el contrario, los eventos deportivos deben ser plataformas y oportunidades únicas para mejorar la discusión.
En ese punto, el expresidente Trump, quien durante su mandato enfrentó a las principales ligas porque fueron «politizadas» y los directivos «coaccionados» por amenazas de jugadores, instó a los aficionados a boicotear el béisbol.
La sociedad estadounidense está desde las pasadas elecciones presidenciales, prácticamente dividida en dos, por lo que un llamado de ese tipo traería graves consecuencias.
Y fue más enfático cuando advirtió que «el béisbol está perdiendo muchos fanáticos, y que se van de Atlanta con su Juego de Estrellas porque temen a demócratas de izquierda radical.
Una intromisión tan directa de la política partidista en el béisbol no pinta nada, en momentos en que está comprobado que vive una de sus peores etapas en el respaldo de los aficionados.