Y de repente los dominicanos perdimos la capacidad de asombro hacia eso que llaman transfuguismo, el arte que tienen los políticos de cambiar de ideales, principios y de parcela política tan fácil como quitarse una camisa y ponerse otra.
Podemos tener décadas sentados en una curul representando a la entidad política que nos llevó a ocupar ese lugar y solo después de acomodarnos a la silla, somos capaces de empezar a ver todo lo malo del partido que nos vio nacer y nos dio la oportunidad, y así, “armamos el rebú y sacamos pie”, usando como excusa que la corrupción ha permeado al partido o que tal o cual grupo se ha adueñado de la estructura partidaria y que a sillazos se han impuesto.
Lo cierto es que quienes componemos los partidos políticos somos seres humanos con virtudes y defectos, y por ende también tenemos la capacidad de cambiar la corrupción y los sillazos desde adentro.
Entre tránsfugas se harán gala el gobierno y la oposición en los cinco meses que faltan para las elecciones, uno y otro celebraran sus conquistas y a la vez desacreditaran a los “saltarines”… quienes serán buenos para uno y malos para otros. El cuidado sería para la oposición, ya que el bullicio que cause el salto de algunos de sus camaradas siempre será peor al cambio de consciencia o el salto que rara vez hace alguien desde el gobierno hacia la oposición.
En algunos lugares los tránsfugas son tan buenos que irracionalmente han sido exitosos, sí, como “El Búfalo”, quien ha sido llevado por los principales partidos del sistema, y aunque usted no lo crea codiciado por igual.
Y es que entre tránsfugas cabe dicho «Dios los crio y el diablo los junto”…