La policía y sus dinosaurios

La policía y sus dinosaurios

La policía y sus dinosaurios

Claudio Caamaño Vélez.

La falta de credibilidad de la Policía Nacional se agudiza cada día más. Lo del Defensor del Pueblo en el “Canódromo”, y las dramáticas muertes de jóvenes en destacamentos, son algunos ejemplos recientes de lo mal que está esa institución.

La limpieza de la Policía debe hacerse como se limpian las escaleras, barriendo desde los peldaños más altos. No sigamos metiendo la basura debajo de los muebles, donde en apariencia se ve la “limpieza”, pero sigue ahí, hediendo y llamando ratas y cucarachas.

Establecer nuevos protocolos de formación y operación de los policías es importante. Pero de poco sirve si permanecen controlando ahí los mismos dinosaurios. Pues esos reptiles ya tienen su mente atrofiada y su alma comprometida con las malas prácticas.

Su vida, y sobre todo su estilo de vida, no la pueden imaginar fuera de ahí.
Esos dinosaurios visualizan los beneficios de las malas prácticas, como si fueran derechos adquiridos.

La ventaja es que los dinosaurios son grandes y toscos, y cuando no se les ve la cabeza, se les ve la cola, y sus pisadas dejan mucho rastro. Son fáciles de identificar. No les temamos a sus garras ni a sus colmillos, que cuando se les quitan el uniforme y las insignias, se vuelven unos lagarticos pendejos.

Dice la palabra: “si tu ojo te hace pecar, sácatelo”. Con lo cual el Creador, en voz de Jesús, nos dice que nada ni nadie es tan importante e imprescindible como para que permitamos que nos arrastre al fracaso.

 

La Policía es como una herida agusanada: el primer paso de la cura es sacar los gusanos.