La población quiere saber qué se le oculta

Desde hace un tiempo, el presidente Luis Abinader ha venido manejando con los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina una serie de temas de alto interés nacional, sin que la sociedad dominicana tenga conocimiento de qué se trata; en una especie de secretismo que llama la atención.
Naturalmente, resulta comprensible que determinados temas sensibles a la seguridad y a los objetivos estratégicos nacionales pudieran manejarse con cierta discrecionalidad, pero eso no significa que sean abordados a espaldas del pueblo dominicano.
El pretexto oficial ha sido que las reuniones son para el abordaje del tema de la situación de desestabilización social de y sus potenciales repercusiones en la seguridad nacional.
Indudablemente que se habla del tema haitiano en las conversaciones de los referidos líderes; pero también de seguro se incluyen otras cuestiones relevantes para la sociedad, como el caso de las perspectivas de la economía dominicana, cuya ralentización comienza a preocupar a actores productivos nacionales. Recientemente, el Consejo Nacional de la Empresa Privada alertó sobre la existencia de una serie de trabas que hay que superar con el propósito de garantizar que la economía mantenga un crecimiento sostenido a corto y mediano plazo.
La construcción de una República Dominicana más justa, humana y solidaria corresponde a todos y, por lo tanto, los asuntos de alto interés nacional tienen que ser ventilados públicamente, sin secretismo de ninguna naturaleza.
Los contenidos de las conversaciones de Abinader, Leonel, Hipólito y Danilo deben salir a la opinión pública, a fin de ser socializados con el pueblo dominicano.
La Constitución de la República Dominicana garantiza el libre acceso a las informaciones públicas, en especial si se trata de situaciones que atañen al interés nacional, tal y como se supone socializa privadamente el actual mandatario con los exgobernantes de la nación. La sociedad tiene derecho y quiere saber de qué se habla, cuáles compromisos asumen y hasta qué punto comprometen el interés nacional.
La prensa dominicana no ha sido lo suficientemente rigurosa para demandar a la administración del presidente Abinader las explicaciones necesarias en ese sentido, a pesar de la ocurrencia de acontecimientos que muestran que no todo anda bien. Una de esas cuestiones consistió en el traslado repentino a territorio dominicano del personal de la embajada en Puerto Príncipe, bajo el poco creíble relato de que se trataba un reemplazo de funcionarios y personal administrativo.
En el ámbito geopolítico, a excepción de los Estados Unidos, Haití representa para República Dominicana el país de mayor importancia, no sólo por el volumen del comercio, sino que por el hecho de compartir una frontera terrestre que se ha constituido en una amenaza permanente a la seguridad nacional, dado la inestabilidad política y social en que vive el vecino.
En ese sentido, hay que destacar que las bandas criminales controlan alrededor del 80 por ciento del territorio de ese país.
El panorama en la zona fronteriza ha obligado a que el Ministerio de Defensa de la República Dominicana haya que tenido que incrementar su presupuesto, como nunca en su historia, en el interés de garantizar ese ese espacio geográfico vital, a través del establecimiento de un mayor número de tropas, la adquisición de equipamientos militares y la construcción de tramos de un muro fronterizo.
Toda esta complejidad de un tema tan relevante implica que las relaciones de nuestro país con Haití se manejen con la debida transparencia, sin secretismos, a sabiendas de que la población tiene pleno derecho a conocer qué cosas suceden, pero que no se le dice acerca de esa temática.