Las PASO ( elecciones “primarias, abiertas , simultáneas y obligatorias”) recalientan el clima en Argentina y constituyen una verdadera prueba de fuego para el sistema político y el propio gobierno de ese país .
Están en juego y se definirán los liderazgo del presidente Mauricio Macri y de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK); se medirán las fuerzas de otros candidatos peronistas no kirchneristas y, muy especialmente, se determinará el futuro de la exmandataria, quien se postula para ser senadora por Buenos Aires.
Si le va mal seguro que la justicia dispondrá finalmente que vaya a prisión. Pero es muy difícil que pierda. Si es candidata, será senadora, tendrá “fueros” y ello implica que “se detendrán o demorarán” los cuatro juicios contra ella. En dos ya ha sido procesada por “asociación ilícita”.
A CFK le basta con que le vaya más o menos, pero que sea candidata: difícil que algún juez se anime a ponerla presa en el interregno que va de las PASO a las legislativas. Ahora, si fuera la gran triunfadora, entonces al que le esperan tiempos difíciles es a Macri.
Las primarias (PASO) serán el domingo 13 de agosto y por ellas se decidirá los partidos que pueden participar y las listas de candidatos de estos para el Congreso.
Están en juego 24 bancas en el Senado, de un total de 72, y casi la mitad de las de diputados: 127 de 257.
Las elecciones legislativas serán el domingo 22 de octubre próximo.
Las PASO, en realidad, son una gran pulseada previa. Y esta vez los que miden fuerzas, mas allá de otros candidatos, son Macri y Cristina.
Sergio Massa, peronista, exministro de CFK y tercero en discordia, dice que Cristina “busca los fueros“ y que Macri quiere polarizar la discusión para hablar del pasado, de la administración kirchnerista y no de la propia.
Es un hecho que el macrismo busca esa polarización. Hay hasta quienes acusan a Macri de haber incidido para que la justicia no ponga presa a CFK, porque a él le conviene que sea candidata.
Cristina tiene un piso del 25 al 30 % de votos seguros – se afirma-, pero Macri recoge casi un 50 % de “opinión favorable”.
La cuestión es que él no es candidato y no es lo mismo. Los macristas, empero, juegan con el “rechazo” a Cristina de casi el 60 %. Si ellos lo cosechan, miel sobre hojuelas, pero hay otros que también lo aspiran. Esto es lo que se anticipará y se comenzará a definir en estas PASO y se resolverá en octubre.
Cristina es quien más se la juega. Sabe que buena parte de los argentinos cree que debe estar presa. Simultáneo con el acto en que anunció su candidatura se realizó una manifestación frente a los juzgados reclamando que fuera a prisión. “Presa, presa, presa”, clamaban los manifestantes.
Pero ella confía en que no le va a ir muy mal. Será candidata y seguramente conseguirá para si una de las tres bancas en juego en Buenos Aires y, por supuesto, los fueros salvadores. Si le llega a ir bien será la jefa de la oposición.
Mientra tanto, quien observa lo que hacen y deciden los jueces en Brasil y compara con lo de Argentina, se asombra de que la expresidenta aún continúe en libertad.
Parece que también en Argentina se da aquello que decía Lula (hace muchos años, cuando no era rico), de que “cuando un pobre roba va preso, pero cuando un rico roba le dan un ministerio” ( o va al senado).
La diferencia está en que la justicia argentina no admite la delación premiada.
”Si fuera como en Brasil, ya hay más de un cómplice preso que hundiría a Cristina”, me comento un abogado.
Lo concreto es que, según sondeos, casi un tercio de los votantes está con Cristina, merezca o no ir a la cárcel.
La plaza siempre esta llena, para unos y para otros, como decía hace muchos años un corresponsal destacado en Buenos Aires, comentando la película “La República perdida”, del trío Pérez-Gregorich-Vanoli.
Se trata de una documental sobre la realidad argentina entre 1930 y 1976. Entre tantas imágenes, las que más asombran son las repetidas vistas de la Plaza de Mayo tapada de gente.
“Siempre la plaza llena, para abuchear al que se va o para vivar al que lo reemplaza; pero siempre llena, no importa como sea que pasó”, decía aquel corresponsal.