¿Te has sentido alguna vez como la chica(o) de la esquina? Te lo explico de manera sencilla: estás en un espacio, rodeado de gente, pero nadie nota tu presencia, nadie te mira o te hace caso y te quedas en una esquina solo, sin saber qué hacer y pensando si algo malo pasa contigo. Nada pasa, eso es seguro, simplemente que en ocasiones pasamos desapercibidos hasta que tomamos acción para que eso no ocurra. Algo puntual, algo manejable.
Ahora, me gustaría que mantengas ese sentimiento y pienses en esas personas que lo viven a diario y no son capaces de tomar esa acción. Todos conocemos o hemos conocido a estas personas calladas, tranquilas, que nadie nota porque están pero como si no lo estuvieran. Solemos aceptarlas o ignorarlas, pero ¿te has preguntado alguna vez cómo se sienten realmente?
No encajan, no socializan fácilmente, huyen de aquello que no controlan. Y seguro que estás pensando que ese no es tu problema, y es cierto en cierta forma. Pero creo firmemente en que hay que hacer el esfuerzo por empatizar con todo el mundo, dar la oportunidad de que las personas sientan que incluso siendo “diferentes”, “extraños”, “raros”… siempre hay alguien con quien van a poder conectar. Aislar más a quién ya de por sí se aísla no dice mucho de las personas que les rodeamos.
Hay momentos en los que hay que esforzarse por los demás, este es uno de ellos y aunque parezca algo simple, puedes llegar a cambiar la vida de ese chico o esa chica de la esquina que no sabe cómo salir de ella. Cada uno es como es; simplemente hay a quien le cuesta encajar porque no sabe cómo dar el primer paso. Si le puedes ayudar a lograrlo, ¿por qué no hacerlo? Simple y reconfortante.