Resulta muy difícil admitirlo, pero el deporte dominicano está, desde hace años, en manos de un grupito que se cree, con todas sus razones, “dueño y señor”, al punto de que, como he dicho en otras oportunidades, se ha eternizado en las posiciones dirigenciales a sangre y fuego, sin que haya una fuerza capaz de hacerle entender que se necesita un cambio generacional que impregne una filosofía que se ajuste a los nuevos tiempos.
Es común escuchar a la mayoría de los dirigentes hablar de “democracia”, pero en el seno de los organismos que dirigen (federaciones, asociaciones, clubes y ligas) se desempeñan como “dictadores”, porque no permiten ni siquiera la disidencia de opinión y deciden, “motu proprio”, hacer lo que les viene en gana.
Ante una situación que ha sido denunciada en innúmeras oportunidades, parecería que no hay nada que hacer, porque a casi todos los levantan la voz en el seno de esos organismos, se les expulsa o margina para seguir actuando como “chivos sin ley”.
Debe llegar el momento, ojalá que no sea muy dilatado, que se produzcan cambios sustanciales en ese sector, porque bajo las actuales estructuras, arcaicas y rancias, se mantendrá por los siglos de los siglos el coto cerrado de dirigentes que se ha impuesto como “ley, batuta y constitución” desde hace décadas.
Este es un tema que ha sido analizado desde diferentes enfoques, pero no hay la mínima voluntad de buscar las fórmulas para que se produzcan cambios, porque en el fondo es una lucha desmedida por el poder en varias vertientes, pero donde lo económico es el factor principal que los mueve a seguir “eternamente”, a pesar del “sacrificio” que dicen, significa para ellos.