La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Juan 14:27)
En estos días de temores que está viviendo el mundo, donde la palabra paz está teniendo un sentido de suprema urgencia, queriendo obtenerla por medio de la violencia, no tendrá otro resultado que la misma violencia y nunca encontrará la paz que realmente necesitan.
La paz os dejo, mi paz os doy. La paz que Jesús está hablando es que le permite al hombre mantener la calma en las circunstancias más salvajemente y temerosos.
Les permite acallar un grito, tolerar injusticias, regocijarse en el dolor y el juicio, y cantar en medio del sufrimiento. Esta paz no es por las circunstancias, sino que afecta e incluso anula la violencia.
También Cristo nos habla de la verdadera paz que realmente necesita el hombre es la paz con Dios.
Dice Moody en su libro de Ilustraciones que cuando Francia e Inglaterra estaban en guerra, un barco ballenero francés estuvo ausente mucho tiempo.
Al regresar tenían necesidad de agua y de víveres, pero no se animaban a entrar a un puerto británico por temor de que fuesen apresados.
En el puerto hubo quienes se dieron cuenta de las dificultades por las que estaban atravesando, y entonces por medio de señales les hicieron saber que la guerra había terminado.
Los marineros no creyeron la buena noticia, pero al fin impulsados por el hambre y la sed decidieron entrar al puerto y entregarse como prisioneros si fuese necesario.
Cuando entraron, descubrieron que lo que se les había dicho era verdad.
La guerra había terminado y reinaba la paz.
Hay muchas personas que no creen las buenas nuevas de que la paz entre Dios y los hombres ha sido hecha por Jesucristo, y sin embargo es una gran verdad.
Está es la paz verdadera.