La papa caliente

La papa caliente

La papa caliente

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Una de las cosas más difíciles del mundo es satisfacer a mucha gente al mismo tiempo.

Ya sea en el seno familiar, o en las filas de un equipo deportivo, o en un partido político, o en la forma de cantar una canción… siempre aparecerá, donde haya dos o más personas, algún tipo de desacuerdo.

Imagínese usted, querido lector o lectora, cómo estará de angustiado el pobre Danilo, que tiene en sus manos, como una papa caliente, el esperado proyecto de Ley de Naturalización que debe poner fin a uno de los debates populares más encendidos de la historia nacional.

Como sabemos, Danilo ha recorrido “la meca y la seca” en busca de un consenso para que todo el país quede contento con la fórmula que debe someter al Congreso Nacional, en torno a la nacionalidad de los hijos de haitianos “ilegales” nacidos aquí, y la famosa sentencia del Tribunal Constitucional.

El lío es muy complejo para ser tratado en este pequeño espacio, pero lo cierto es que hay que buscarle un “bajadero” que resuelva el asunto sin violar la Constitución ni lastimar la soberanía nacional. Asunto éste que parece un acertijo imposible de acertar, pero que necesariamente tiene que ser descifrado.

Tengo ante mis ojos un documento que recoje las palabras que Trujillo improvisara en Santiago ante un grupo de jóvenes, a raíz del genocidio de 1937.

“Dentro de cincuenta años –dijo en parte el dictador- la ocupación pacífica del territorio nacional por parte de Haití significará para ustedes que los haitianos podrán elegir autoridades dominicanas, podrán poner y disponer, y podrán mandar a Duarte y a los trinitarios al safacón de la Historia”.

Yo no creo que haya que llegar a esos extremos. Pienso que la pieza legislativa que Danilo entregará un día de éstos a los señores congresistas estará llena de sabiduría para dejar satisfechos todos los intereses en juego, con respeto, justicia, amor y dignidad.



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