Cuando el vuelo 387 de JetBlue despegó de Fort Lauderdale, Florida, hacia Cuba el pasado 31 de agosto –primer vuelo comercial a la isla desde 1961-, la estela de vapor que dejó parecía estar escribiendo la historia.
¡Un destino largo tiempo prohibido por fin se abría para los turistas de los Estados Unidos! ¡Maletas de dólares para los cubanos comunes que darán servicio a los recién llegados!
Pero paren esos mojitos.
Un mes antes de las vacaciones primaverales, JetBlue pasó a ser la tercera línea aérea estadounidense en anunciar recortes de servicio a la isla.
Nadie se va a retirar, pero el nuevo mandato de la industria turística es adaptarse a la realidad que rodea al entusiasmo por Cuba.
Taxis caros, una infraestructura regular, internet limitado y tarifas de hotel altísimas, que llegaron a US$650 el año pasado según The Economist Intelligent Unit, han desanimado a los viajeros.