La otra alternativa de reforma

La otra alternativa de reforma

La otra alternativa de reforma

Frederich E. Bergés

Partiendo de la base de que una reforma fiscal no es más que cambiar las diferentes legislaciones y disposiciones emanadas de ellas para aumentar las recaudaciones del erario y así disminuir el desequilibrio entre los ingresos y los gastos del gobierno, muchos se cuestionan si es que no hay otra vía. Eso nos hace pensar que sí la hay.

Esa afirmación nace de la verdad que la citada presión tributaria dominicana es baja, pero no como se ha querido vender. Consumir agua potable es un menester privado, igual que una educación y salud de calidad, temas que le corresponden al Estado y que junto a muchos otros servicios públicos se tienen que resolver del propio bolsillo. Si además recordamos la evasión impositiva, tanto por rentas como impuesto al consumo, entendemos que el gran peso de los tributos recae sobre los mismos que ya cumplen con sus obligaciones tributarias.

Pero resulta que en nuestro país los gastos del gobierno crecen a mayor velocidad que los ingresos. Por ello el continuo déficit presupuestario que se ha tenido que cubrir con endeudamientos, sobre los cuales se cuestiona la capacidad de poder cumplir en el futuro cercano.

¿Y si vemos el cuadro al revés? Esto es que el gobierno disminuya su nivel de gastos, eficientizando los actuales, y eliminando despilfarros y excesos. Un gobierno de verdadera austeridad para los próximos años, o hasta al menos que los ingresos tributarios en relación a los gastos representen un índice mucho mejor.

Con una efectiva eliminación de entidades y empleomanía excesiva, racionalización de sueldos con tope máximo para todos los servidores públicos, sean del gobierno central, descentralizando poderes del Estado o amparados en leyes especiales, así como sus múltiples beneficios se daría un gran paso. Si además de esto disminuyen los gastos colaterales como: alquileres de inmuebles escandalosos, prebendas irritantes, la promoción y su parafernalia innecesaria, se marcaría una diferencia.

Súmele a lo anterior eliminar exenciones innecesarias, impuestos a las loterías y bajar el nivel de evasión a la mitad de su nivel actual, repentinamente nos encontraríamos con la otra vía.



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