Naciones Unidas.- La ONU revisó hoy a la baja sus previsiones y calculó que la economía mundial crecerá sólo un 2,4 % este año y un 2,9 % el próximo, lastrada por problemas como el bajo precio de las materias primas y las incertidumbres macroeconómicas.
La organización rebajó en 0,4 puntos porcentuales sus expectativas de crecimiento para este año con respecto a las que dio hace seis meses. Lo hizo principalmente como consecuencia de una coyuntura peor de lo esperado en Latinoamérica, Rusia y el sureste asiático, entre otras zonas y países.
Según la ONU, la bajada de precios de las materias primas, la fuga de capitales y la volatilidad en los mercados financieros han frenado el crecimiento en las economías en desarrollo y en transición hasta niveles que no se veían desde la crisis financiera.
Dado el esperado frenazo en China y los problemas en Rusia y Brasil, la organización destaca que el eje del crecimiento a escala global está volviendo parcialmente a las economías más desarrolladas, que en 2016 crecerán por encima del 2 % por primera vez desde 2010.
Por regiones, destaca en el lado negativo la situación de Latinoamérica y el Caribe, donde la ONU espera que se cierre este año con una contracción del 0,5 % y que el crecimiento sea de un leve 0,7 % en 2016.
Ambos datos suponen una revisión de un punto porcentual sobre las anteriores previsiones de la organización, que ha empeorado especialmente sus expectativas para Brasil, donde espera que la economía se contraiga un 2,8 % este año y un 0,8 % el próximo.
Además, Naciones Unidas llama la atención sobre el crecimiento del desempleo en ciertas zonas, especialmente en Suramérica.
De cara a 2017, las primeras estimaciones de la ONU apuntan a un crecimiento global del 3,2 %, gracias en buena parte a la recuperación que se espera en aquellas economías como la rusa y la brasileña para las que el próximo año pinta mal.
El informe elaborado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU identifica cinco grandes factores negativos en la economía global, empezando por las persistentes incertidumbres macroeconómicas, algo que podría aliviarse conforme se vaya conociendo el ritmo de la normalización monetaria en EE.UU.
También llama la atención sobre los bajos precios de las materias primas y la reducción del comercio, sobre la creciente volatilidad en las tipos de cambio y sobre la falta de progresos en las inversiones y la productividad.
Por último, subraya el riesgo de una continuada desconexión entre las actividades del sector financiero y la economía global.