David Ortiz es más que béisbol, aquí y allá, y por ello se rinde honor con su nombre a la unidad de cardiología pediátrica del Cedimat.
Su acierto de ir en auxilio del corazón de los niños es un gesto que lo coloca a nivel de los 503 jonrones de temporada regular y 17 de postemporada.
Que nadie dude que su obra, dentro y fuera del terreno, está repleta de méritos para ir a Cooperstown cinco años después del año 2016.
El “Big Papi”, quien en principio era conocido como David Arias, fue firmado en 1992 para los Marineros de Seattle por Ramón -Pintacora- de los Santos y debutó en grandes ligas en 1997 en los Mellizos de Minnesota, adonde llegó en uno de esos cambios rutinarios que en la ocasión fue el antesalista Dave Hollins, retirado en 2002 con una discreta labor de 112 jonrones y .260 de promedio, en 12 años. ¡La diferencia es clara!.
Esas contrariedades que se dan en las relaciones padres-hijos, a veces irrisorias, han distanciado a David y ‘Pintacora’ en los últimos meses, tras muchos años de unidad monolítica. ¡Maestro!
Pienso que esa mano zurda de “Pinta-Pinta”, que tantos picheos realizó (más strikes que bolas) y que ahora recobra su movilidad, lentamente, necesita ser estrechada por las de sus seres más allegados.