Reflexionando en torno a la mejor manera de mostrar nuestro agradecimiento a Dios por lo recibido, por lo bueno ante nuestros ojos y no tan bueno, pero sobre todo por el inmensurable privilegio de ser sus hijos, he sido ilustrada en torno a cómo agradecerle.
Cuando pienso en la Omnisciencia de Dios, en su Omnipresencia y Omnipotencia puedo entender el salmo 139 y su contenido y deteniéndome en torno a los primeros versículos, cuando dice: ¨Oh Jehová, tú me has examinado y conocido, tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos, pues aún no está la palabra en mi lengua Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste Y sobre mí pusiste tu mano. ¿Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí¨, me confirma estos atributos del creador y Padre de todos nosotros.
Muchas veces cuando me encuentro en lugares públicos y veo pasar infinidad de personas mis pensamientos corren a este Salmo, en relación a que efectivamente cada vida tiene un mundo diferente y medito en torno a cuantos pensamientos aquilata una persona en toda su trayectoria; de inmediato mi alma se llena de gozo al pensar que mi Dios tiene conocimiento de cada uno de ellos….cuán grande es Dios y cuan maravillosa es su obra perfecta.
Hay una porción en la biblia en Proverbios cap.2 que nos habla acerca de que el Señor pesa los corazones y en Daniel 5:27 nos habla de lo mismo, Dios pesa en la balanza con medida justa…wao, esa parte me encanta, porque nada escapa a su conocimiento…no hay de otra… El todo lo sabe, no podemos engañarnos, lo que nos insta a darle a él lo que precisamente ha catalogado como la mejor de las adoraciones…»La obediencia a sus preceptos».
Hoy estamos experimentando los resultados de no obedecerle, lo estamos sintiendo en los pequeños y grandes detalles en todos los órdenes de nuestras vidas, familias, sociedad y nación, y de seguir como vamos, llamándole a lo malo, bueno y viceversa, queriendo adaptar lo que nos dice el Señor en las escrituras a nuestra conveniencia. El nos dará el peso justo a nuestras actuaciones.
El Señor es un Dios de orden y nos legó sus mandamientos, que al analizarlo todos tienen un contenido de dependencia, sin el primero es imposible acatar los demás y la falla en cualquiera de ellos invalida nuestro propósito de adorarle como sólo él merece.
No demos muchas vueltas para buscar una y mil formas de adorarle y agradarle….la obediencia es nuestra carta de presentación ante él…todo lo demás viene por añadidura y ojo con eso, no es asunto de negociar, la clave estriba en acatar sus preceptos.