Además de acordar una palabra clave, los especialistas sugieren que no se ponga el nombre de los niños en su ropa o mochilas.
La rapidez mental de una niña de 11 años evitó un suceso que podía haber sido trágico.
La menor caminaba junto a una amiga por un parque en San Tan Valley, al sur de la ciudad de Phoenix (Arizona, Estados Unidos), cuando una camioneta blanca se acercó a ellas.
Eran las 15:45 hora local del pasado miércoles.
El conductor se dirigió a la pequeña, le dijo que su hermano había tenido un accidente muy grave y que tenía que acompañarlo.
En lugar de subirse al auto, la niña le pidió al hombre una «palabra clave« que sus padres acordaron con ella para casos en los que se diera una situación similar.
El hombre, que no sabía la respuesta, huyó del lugar aceleradamente.
«Nunca pensé que el código fuera a ser utilizado y estoy muy orgullosa de mi hija por acordarse», le dijo a los medios locales Brenda James, madre de la menor.
Ejemplo de madurez
Para Mark Lamb, alguacil del condado de Pinal al que pertenece San Tan Valley, los padres también deben sentirse orgullosos por cómo enseñaron a su hija a protegerse.
«La presencia de mente de preguntarle la clave al señor demuestra que es una muchacha bien madura ¡o bien preparada!«, le dice el sheriff Lamb a BBC Mundo.
La madre de la pequeña está segura de que el pequeño gesto de pensar una palabra clave le salvó la vida a su hija.
Desde la oficina del alguacil se decidió no poner a la niña delante de los medios ni identificarla públicamente para que no tenga problemas.
Quién es el sospechoso
Cuando llegó a casa, la niña le contó a su madre lo que había pasado y esta llamó a las autoridades, que rápidamente pusieron en marcha una operación de busca y captura.
El sospechoso, que se cubrió la cara con la mano mientras hablaba con la menor, fue descrito como un hombre blanco de unos cuarenta y tantos años con barba corta.
La policía precisó que el vehículo es un Ford Explorer.
Otros niños del barrio aseguraron que vieron ese mismo vehículo circulando por el parque varias veces al día.
«Yo vivo en la zona, a 1.200 metros de ese parque, es un buen barrio. Si yo soy mala gente y quiero secuestrar un niño, más vale ir a un barrio bueno, donde no van a estar tan alerta como en un barrio donde están acostumbrados a situaciones conflictivas y están más atentos», apunta Lamb.
Para el sheriff, la forma de actuar del hombre indica que esta no es la primera vez que intenta algo así.
«Organizamos una rueda de prensa con toda la televisión local para pedir la ayuda del público, pero hasta ahora no hemos encontrado al señor», explica Lamb.
«Hemos tenido mucha gente que nos ha dado información por todo lo que ha salido en medios, pero todavía no lo hemos agarrado«.
Qué se puede aprender
Además de pensar en palabras claves, las fuerzas de seguridad y organizaciones que trabajan con niños hacen otras recomendaciones a los adultos.
Una sugerencia es no poner el nombre de los niños en su ropa o mochilas en lugares visibles, ya que los menores suelen confiar en adultos que conocen sus nombres.
También se recomienda tomarles fotografías a los niños cada seis meses, puesto que una foto reciente es una de las primeras cosas que piden las autoridades en los casos de desaparición.
Los secuestros por parte de desconocidos no son frecuentes y no hay razones para crear alarma, pero para Mark Lamb es necesario estar preparados.
«Nosotros siempre estamos hablando de proteger a los niños en internet por toda la mala gente que intenta engañar y enganchar a nuestros hijos online, pero casi nunca hablamos ya de tener eso presente en la calle también, eso era de cuando yo era más joven», señala.
«Ahora lo que decimos es que no solo pasan cosas por internet y los niños tienen que estar preparados también cuando salen de sus casas, en los parques, las calles, las escuelas.
«A esta niña, un código le salvó su vida».