Dilma Rousseff no la tiene fácil. Seguro que en estos días ha de preguntarse qué fue, en realidad, lo que Lula le legó: ¿una emergente e imparable neopotencia,- uno de los cinco BRICS-, progresista y antiliberal o un clavo ardiendo?
Las buenas noticias son pocas y quizás le sirvan de muy poco. Una, que el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del expresidente Fernando Henrique Cardoso y del senador Aécio Neves, a quien Dilma, por muy poquito, venció en las últimas elecciones, no le iniciará, por ahora, un juicio político para destituirla –impeachment-. Dos, que el FMI – la voz del amo imperialista como figura en toda plataforma y discurso neoprogresista, socialista y populista que se precie- la aplaude y apoya los cambios de la política económica que ha dispuesto para enfrentar la crisis.
Las malas, en cambio, son tantas. Por ejemplo, la popularidad de Dilma, en dos años ha caído del 65% al 13 %.
Dejemos de lado la corrupción política, con el mensalao y el caso Petrobras a la cabeza y ni tomemos en cuenta la creciente inquietud social, los enfrentamientos en el Congreso y la amenaza de la Justicia .
Veamos solo los números.
Comenzó la recesión: en el primer trimestre del año la economía se contrajo en un 0,81% y ya se pronostica que la caída para 2015,- prevista en un 0,9%- será del 1,2%; la mayor de los últimos 25 años.
Y eso con pronóstico optimista, como pasa igual con la inflación, que casi duplicará la meta oficial del 4,5%, y se espera que sea, con suerte, del 8,26% .
La producción industrial se ha derrumbado, :cayó el 5,9% en el primer trimestre; en el sector bienes de capital la contracción para el periodo fue del 18% (solo el sector automotriz cayó el 4,2% en marzo) y la pérdida de horas trabajadas en los tres primeros meses ha sido del 8,5%.
La tasa de desempleo ha trepado al 7,9% en el primer trimestre de 2015 (0,8 mayor que el de igual período de 2014 y 1,4% más que el último trimestre de ese año).
En abril se perdieron casi 100 mil puestos de trabajo (97,828), el peor resultado desde hace 23 años.
Petrobras, un ejemplo a imitar según Lula, a quien le salía petróleo hasta por las orejas, es la empresa petrolera mas endeudada del mundo y el gobierno para su auxilio ha recurrido a los chinos, lo que el tiempo dirá si eso es una buena o una mala noticia.
Vilma no ha tenido más remedio que tomar duras medidas y de hecho violar muchas promesas electorales. Así como ha aumentado en un 33% el impuesto a las ganancias de los bancos, ha recortado subsidios, ha limitado el régimen de seguro por desempleo y frenado inversiones estatales.
Son medidas necesarias y que tarde o temprano debían de tomarse; son bien vistas por el FMI y por los inversores – incluso los chinos-, pero sus efectos en el ámbito social , por lo menos al principio, serán dolorosos. Es posible que la agitación y la inquietud crezcan.
Y eso ya lo vislumbra la dirigencia del Partido de los Trabajadores (PT) y crece la oposición interna y abandonan a Dilma. En esto los petistas tiene un gran olfato que les permite ubicarse y acomodar el cuerpo.
Ni el mensalao y ni el caso de Petrobras, con tanto dirigente del PT implicado, les provocó inquietud ni ganas de irse. Pero ahora se trata de otra cosa, que los desnuda, le pone fin a los cuentos de hadas y acaba con el populismo.
Por supuesto, que rápidamente encontrarán una justificación y el consecuente relato para salvar al progresismo socialista: Dilma, dirán si es preciso, se ha vuelto neoliberal y un instrumento del imperialismo yanqui (no en vano en junio próximo será recibida en la Casa Blanca).
Los hechos la condenan: el FMI apoya su política, la que fue aplicada por su ministro de Hacienda, Joaquim Levy, un conservador que estudió en la Universidad de Chicago ( ver Escuela de Chicago, Chicago Boys).
No se necesita más .
La gente olvidará pronto que hasta abril la política era progresista, que era la de Lula. Nadie tomara en cuenta que éste lucró con los buenos precios de las materias primas, que derrochó esa plata dulce para ganar votos y simpatías y que no aprovechó el ciclo para solidificar la economía del país .
Es difícil que la gente sin trabajo entienda que las medidas de hoy son la consecuencia de la demagogia y el populismo de ayer.
Es más fácil acusar al imperialismo, el neoliberalismo y a la derecha.
En un recurso tan efectivo como siniestro y Dilma hoy lo sufre en carne propia.