En muchos ámbitos de la vida cotidiana demandamos de otras personas, sociedades y gobiernos ser salvados. Hay una frase atribuida a John F. Kennedy “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país” la frase es muy cierta y aplicable a todas nuestras realidades.
Cuando el “yo” de cada individuo se asume adulto, capaz, y responsable del bienestar propio, también es capaz de levantarse y forjar el mundo que desea.
Cada día es el tiempo perfecto para lograr esos cambios que esperas otros hagan. Cada uno tiene el poder y la fuerza para lograr objetivos realizables.
Lograr una mejor sociedad es más fácil de lo que los políticos aseguran. Empieza por tu casa, mi casa, por ti, por mi, los tuyos, los míos, todos juntos. Cuando cada persona hace lo que debe, y lo hace convencido, comprometido y con vocación se produce un impacto inmediato en las vidas de quienes reciben ese bien o servicio.
De tiempo en tiempo me gusta volver a la propuesta de regalar una sonrisa. El tema parece simple pero en verdad exige fortaleza de espíritu, convicción y mucha resiliencia.
Una sonrisa auténtica requiere mucha práctica, amabilidad, tolerancia, y vehemencia en especial con nosotros mismos. No podemos dar lo que no tenemos. podemos construirlo cuando miramos internamente y nos reconocemos como adultos amorosos y compasivos; a partir de ahí podemos a dar a los otros.
Te invito a reconocer con humildad y amor. Te prometo que una vez encuentres ese ser hermoso y maravilloso que habita dentro tuyo, encontrarás muchos otros fuera de ti; gente deseosas de entregar aquello que siempre haz querido y buscado. Es en ese momento verás la gratificación que encierra la frase del inicio.