Cumpliendo con lo establecido por el espíritu del artículo 114 del texto constitucional dominicano, el presidente de la República, Luis Abinader, inició diciendo que: “comparezco ante esta Asamblea Nacional para rendir cuentas a la nación, como corresponde cada 27 de febrero, de las ejecutorias que como Gobierno hemos desarrollado a lo largo del último año”, 2022. Y es cierto que esa formalidad se cumplió, pero con muchas imprecisiones y exageraciones que construyen una gran brecha entre las cifras y la realidad, pintando un país fantástico.
Al referirse al desempeño economico afirmó que: “El pasado año 2022, nuestro Producto Interno Bruto alcanzó un notable crecimiento anual del 4.9%, superior al promedio de América Latina. Eso coloca a República Dominicana entre los países con más crecimiento económico mundial en 2022 y consolida nuestra economía como una de las más dinámicas de Latinoamérica”, aunque el Banco Central había proyectado un crecimiento entre un 5% y 5.5%, mientras que el FMI y el Banco Mundial pronosticaban un 5.3 %.
Por lo expuesto, entonces, el crecimiento del PIB en el 2022 no puede calificarse de notable. En adicion, el crecimiento de 4,9% resulta inferior al patrón de crecimiento histórico de la economia dominicana de 5,3%, en promedio, al tiempo de que la economia dominicana sustentó ese crecimiento en el sector servicio, en particular, el turismo, y no en los sectores reales de la economia, ya que el Banco Central atribuye que este crecimiento “fue impulsado por el sector turístico, 24%, y el sanitario,11,3% como el principal motor del crecimiento”.
En su narrativa describiendo el país fantástico en el 2022, el presidente Luis Abinader afirmó que “hemos cerrado el año 2022 con el nivel de reservas internacionales al más alto de la historia con 14,436 millones de dólares”, sin embargo, la realidad es que se trata de un proceso gradual de acumulación de reservas, según la coyuntura y el entorno economico. Se trata de que los informes del Banco Central desde hace 20 años revelan la sostenibilidad del crecimiento de las Reservas Internacionales las cuales “representan una cobertura superior a 4 meses de importaciones, excluyendo las zonas francas”.
Para el presidente Luis Abinader su gestión es la responsable de auspiciar un fantástico clima de inversión en la economía dominicana y que esto “ha posibilitado nuevas inversiones. Según las cifras preliminares del Banco Central, la inversión extranjera directa aumentó más de un 27% respecto del anterior 2021, alcanzando una cifra sin precedentes en la República Dominicana de más de 3,950 millones de dólares, lo que muestra la gran confianza de los inversionistas extranjeros en nuestra economía”.
Pero se trata de que el clima adecuando para la inversión extranjera directa se fundamenta en la Ley No. 16-95 del 20 de noviembre de 1995. Sin embargo, pasa por alto que la evolución de la inversión extranjera directa siguen una correlación armónica de crecimiento, fundamentada en la estabilidad política, macroeconómica y social que ha disfrutado la Republica dominicana en las últimas tres décadas y donde el actual gobierno no ha incorporado un solo elemento de relevancia para profundizarla, tal como se refrenda en la evolución de las cifras durante el periodo 2007-2019, en particular, los US$3,142.4 millones en el 2012 y los US$3,012.8 millones del 2019.
El presidente Abinader se emociona para referirse a las bondades económicas de su gobierno al afirmar que “este escenario ha propiciado un nuevo hito que pone al país más cerca del grado de Inversión, luego de que la agencia de riesgo Standard & Poor’s mejorara nuestra calificación crediticia, elevándola de “BB-” a “BB”. Agregando que “es la primera vez en nuestra historia que hemos alcanzado este nivel de calificación”, pero que “nuestro gobierno ha logrado en medio de la adversidad lo que los gobiernos que nos antecedieron no pudieron lograr en épocas de bonanza”.
Como la emoción y no reparar los antecedentes, al presidente Abinader se obnubiló al no tener presente que durante el periodo 2003-2004, la Republica dominicana registraba una calificación de riesgos, conforme con Standard & Poor’s, entre -CCC y B. Es a partir del 2005 que se logra revertir la calificación negativa, pasando a un largo periodo, 2006-2018, de mejoría apreciable en la calificación de riesgo desde B+ a BB- hasta alcanzar BB, lo cual no es algo extraordinario ya que amabas se colocan en el mismo plano de ser grado especulativo.
A pesar de que el presidente Luis Abinader sobre cargó su narrativa de cifras, no comprobadas y aburridas, la población y la opinión pública se quedaron a la espera de una explicacion contundente acerca del largo periodo inflacionario que persiste en la economía dominicana. Pero a Él se le olvidó, lo cual se explica porque esta se ha convertido en su gran dolor de cabeza macroeconómico al arrojar un 7.83%, que por segundo año consecutivo supera la meta de inflacion del Banco Central.
Para evadir una explicacion objetiva de la situación inflacionaria, Luis Abinader prefirió confundir a la población trayendo a colación el Big Mac Index, creado en 1986 por la revista The Economist, y aplicarlo a la demanda de pollo y plátano en la Republica dominicana, ¡Pero que calamidad! No obstante, la idea de este fue tomar de referencia las hamburguesas con la finalidad de calcular el poder adquisitivo de dos o más monedas diferentes al dólar para entender hasta donde los tipos de cambios podrían afectar el valor de los bienes y servicios en cada país, no un índice general de precios.
¡El chiste salió desagradable!