Su historia conmocionó al mundo hace varios años y mostró las tremendas dificultades que supone ser mujer en Afganistán, un país que ha dejado atrás a los talibanes, pero cuya sociedad sigue siendo profundamente tradicional. El caso de Gulnaz fue la mejor prueba de esto, ya que fue violada por el marido de su prima en 2009 cuando solo contaba 16 años y condenada a prisión por adulterio. Fue un auténtico escándalo que finalmente terminó con la liberación de la joven en 2011 tras la intermediación del propio presidente Karzai.
Ahora, cuatro años después está casada con su atacante y vuelve a estar embarazada, en esta ocasión del tercer hijo que va a tener con el hombre que la violó. Mientras tanto Smile, la niña que nació fruto de la agresión sexual, revolotea y juega por la casa.
Gulnaz dice que ahora es feliz tras el infierno que tuvo que pasar. Tras ser violada y encarcelada, su salida de la prisión no acabó con su sufrimiento, ya que tuvo que hacer frente al rechazo de la sociedad que inexplicablemente en este tipo de casos siempre se pone en contra de la mujer. La única solución aceptable para la joven era casarse con su agresor y de esta manera dejar de ser una paria social.
¿Tenía alternativa? Sí, porque hubo varias asociaciones que intentaron que empezara una nueva vida en otro país, pero ella no quiso y decidió ceder a las presiones (Gobierno incluido) y contraer matrimonio con Asadullah, el hombre que la había dejado embarazada. Todo para intentarasegurar a la pequeña Smile un futuro mejor.
“No he vuelto a pensar en eso. No tengo ningún problema con él y no quiero pensar en problemas pasados. Mi vida está bien. Estoy feliz, está pasando”, confiesa ante la atenta mirada de su marido.
Lo más preocupante del asunto es que ella ahora niega que fuese violada, mientras que cuando salió de prisión lo proclamaba a los cuatro vientos. Ha elegido la solución políticamente correcta para la sociedad, sacrificando por el camino su propia vida. Y es que los esfuerzos por revertir esta mentalidad tan tradicional de Afganistán no han sido suficientes aún, pese a los intentos occidentales.
Gulnaz confiesa que ha tenido que romper los lazos con sus hermanos, ya que estos se oponían al matrimonio.
“Corté las relaciones con mi familia solo para comprar el futuro de mi hija”, admite.
Y la vida continúa para ella, convertida en la segunda esposa de su violador (la primera es la prima), nuevamente embarazada y posiblemente soñando con que la pequeña Smile pueda llegar a tener el futuro que a ella le quitaron y por el que después no tuvo fuerzas para luchar.