Desde que se nace, la muerte está en permanente asechanza, con zancadillas, estratagemas y conspiraciones, con el único objetivo de aniquilar la vida, aprovechando para ello todos los engaños y emboscadas oportunistas que se le presenten.
Esa es la razón, por lo que hay que vivir a plenitud, lo poco o mucho que podamos, siempre con la debida fortaleza espiritual para tratar de detenerla hasta donde sea posible, porque tarde o temprano esta se impone, tal y como lo hace un boxeador peso pesado, cuando su contrincante muestra algún signos de debilidad.
Estamos en este mundo librando una batalla que sabemos que al final se perderá, ya que la muerte no ha podido ser evitada, a pesar de los permanentes avances de la ciencia que todavía hoy no ha podido encontrar una explicación satisfactoria a esa realidad.
La muerte hay que entenderla como un proceso natural que nos tocará en cualquier momento, por lo que hay que valorizar y darse calidad de vida para uno mismo, y para los que nos rodean.
Ver como gente que has tratado por años, de repente se van por siempre, es una demostración de que somos poca cosa ante el despliegue de fuerza colosal y abrumadora de la muerte.
La inesperada partida de nuestra compañera y amiga de muchos años Senabri Silvestre, es la mejor demostración de que hay que vivir bien, sin dañar a nadie, para concluir nuestros días en paz con todos y uno mismo.
Al final, solo quedan los recuerdos, que se valoran de acuerdo al buen o mal comportamiento en este mundo. Paz eterna para Senabri, mujer luchadora y emprendedora, que se nos fue en un abrir y cerrar de ojos. Y a sus hijos y familiares que siempre se sientan orgullosos de haber sido parte de ella.