Hemos visto como en otras latitudes el índice de suicidio se ha incrementado en los últimos años, y también hemos constatado que esto no va de la mano con status económico ni intelectual, pues países desarrollados y con una alta cuota de tecnología lo tienen a diario, pero hoy nos toca tratar el alarmante incremento de suicidios que acontecen en nuestra querida Quisqueya.
Pero a esta triste realidad se une el que muchos decidan disponer de las de los demás previo a cometer el hecho. El mundo está inmerso en un mar de problemas que sin ánimo de pecar de desesperanza podríamos llamarle desafíos, por lo cuesta arriba que se nos hace enfrentar y concretizar soluciones viables.
Creo fervientemente en el respeto por la vida…, es un regalo de Dios y por tanto, no tenemos derecho a disponer de ella. ¿Qué nos pasa, por qué valoramos tan poco esta oportunidad de ser parte de la creación?
Los factores que llevan a cometer este triste hecho son diversos y complejos, no podemos esquematizarlos, pues inciden muchos elementos (razones económicas, familiares, afectivas, autoestima, de salud mental y física, falta de atención, errores y temores a enfrentar las consecuencias, metas no alcanzadas, decepciones, etc.) que los llevan a acometer contra la propia vida y les hace ver que las soluciones a muchos de esos males pareciera que son inasequibles.
En otras ocasiones me he referido a que el consumismo es el pan nuestro de cada día, queremos arroparnos más allá de donde las sábanas nos dan y esto aunado a la competencia que impera en nuestros días –si tú tienes un apartamento yo quiero uno más grande- y por ahí vamos ,esto nos está ahogando y llevándonos a un nivel de estrés de vida que nos impide hasta comunicarnos en nuestro entorno familiar…sencillamente no tenemos tiempo para eso.
Necesitamos estar atentos, -que exista comunicación entre unos y otros-, no me cabe la menor duda de que antes de una persona cometer suicidio existen señales que nos alertan: Depresión, aislamiento emocional, baja autoestima, estrés, amor obsesivo, exposición al peligro, adicción a las drogas y alcohol, entre otros. Tengamos sumo cuidado cuando vemos este tipo de comportamiento dentro de nuestro entorno (familiares y amigos), los síntomas salen a flote y podemos ayudarle si lo detectamos a tiempo.
Todo lo anterior tiene una connotación importante, pero el mayor de los males en relación a este incremento del suicidio está en la falta de crecimiento interno (espiritual). Necesitamos volvernos a Dios, Él nos ha prometido que a su lado tenemos vida y vida en abundancia. No nos ha dicho que no tendremos problemas, más bien nos afirma que estará con nosotros en esos momentos críticos y en todos los demás.
Somos sumamente seculares, no vislumbramos un entorno más allá del que tenemos y nos dejamos cegar en este escenario que llamamos vida y cuando el panorama se torna negro, se piensa que no hay salida…, no le damos la oportunidad a Dios de tomar nuestras cargas y problemas.
Nuestra fortaleza está en el Señor Él tiene la mirada puesta sobre cada uno de nosotros.
En tus momentos más difíciles, si sientes que a nadie le importas, cierra tus ojos y deja que Dios – fuente de vida- te abrace con su perfecto amor y esa ventana que tanto anhelas, se abrirá de par en par. No escuches esa voz mentirosa del enemigo de las vidas decirte que al acabar con tu vida se terminarán tus problemas porque no es así, lo que eres y has sido no termina con la muerte. Fuimos creados con carácter de eternidad y el dador de la vida, Dios, es el único que tiene la potestad de darle final a esta etapa de nuestras vidas.
Cuando escuches esa voz, repréndela en el poderoso nombre de Jesús y entrégale tu vida con todos tus problemas al que si puede cambiar radicalmente tu escenario de vida, no importa cuán bajo creas que ha llegado, Dios es amor y fiel consolador y el ÚNICO que puede cambiar tu realidad y permitirte ver que hay una poderosa luz al final del túnel y que ver la luz del sol cada amanecer, vale la pena.
Dios te bendiga!