Juan Tomás Llibre Miller ha fallecido en Puerto Plata mientras cumplía pena por violación a la ley 50 -88. Fue uno de tantos dominicanos que sufren la indolencia de quienes mantienen una política anacrónica sobre drogas, que solo entiende de castigo. Juan Llibre es una víctima más de quienes se niegan a seguir los caminos de la ciencia y la humanidad. Lamentablemente en esta ocasión esta condena devino en sentencia de muerte para una persona. Pero nuestras cárceles están repletas de muertos sociales, que son enviados a prisión por ser consumidores de cannabis o marihuana, que nuestra ley disfraza de “posesión culposa”, o por delitos no violentos relacionados con las drogas.
Juan Llibre no era un traficante de drogas apresado infraganti con un alijo, listo para ser comercializado. Era un reconocido investigador, divulgador, activista social que promovía los beneficios médicos del uso del Cannabis, que el mismo utilizaba para sus problemas de salud. Fue un hombre instruido, ingeniero de profesión, que, con vehemencia y arrojo, enarbolando datos aportados por la ciencia, abogaba por una transformación de la política sobre drogas en nuestro país. De hecho, había sometido recursos legales demandando estos cambios.
Juan Llibre, que producía de forma muy rudimentaria aceite de Cannabis para su uso, fue condenado por cultivar cannabis en su casa. Lo perdió la osadía y compromiso con que defendía su causa, que debería ser la causa de todos. Una vez más se pone en evidencia lo absurdo de la política de nuestro país sobre las drogas.
Dentro del desconcierto y la indignación, nos surgen varias preguntas: ¿Cómo es posible que los jueces enviaran a la cárcel a un hombre de bien, con casi 80 años de edad, con esta historia de activismo social? Qué lectura hicieron estos jueces del delito cometido por Juan Llibre? ¿Por qué aplicaron mecánicamente una penalización extrema, teniendo a su disposición criterios de oportunidad para una violación no violenta a ley de drogas?¿Es esto justicia?
Desde Casa Abierta ofrecemos nuestras condolencias a la familia de Juan Llibre, mientras, lo mismo que él, abogamos, por una política sobre drogas basada en la ciencia y los derechos. Reiteramos nuestro rechazo a las actuales políticas de nuestro país sobre drogas, vigentes por más 36 años, que hacen más daño que bien a nuestra sociedad.
Nos anima la esperanza de que la muerte de Juan Llibre no sea en vano. Hacemos votos para que este hecho luctuoso permita a nuestras autoridades, de todos los poderes públicos, reflexionar sobre lo que les están haciendo a nuestra sociedad. No pueden alegar ignorancia. Es urgente avanzar, superando muchos años de indolencia y miedo a las sustancias, estereotipos y mitos, en los que se asienta la política nacional sobre drogas, importadas y sustentadas por los pensamientos más conservadores de nuestro país.