El pasado mes la Dirección General de Impuestos Internos informó por medio de su titular el Lic. Luis Valdez que dicha institución ha batido sus registros históricos de recaudación.
Con una meta de RD$715 mil millones en el primer semestre del año, han superado lo programado, registrando con ello un excedente.
Estos resultados de la principal entidad recaudadora del Estado nos hace pensar que el momento es propicio para recoger algunas de las iniciativas ya lanzadas y proceder con una micro reforma fiscal.
La primera iniciativa sería la eliminación del pago adelantado o anticipo del Impuesto Sobre la Renta para las pequeñas y medianas empresas.
Este impuesto se ha convertido en un real dolor de cabeza para las PYMES y profesionales independientes que aún en la incertidumbre de sus futuros ingresos se ven en la necesidad de procurar recursos con qué pagar sin haber logrado ingresos que amparen el valor correspondiente al anticipo. Total, según se informó, el 90 % del monto pagado proviene del 3 % de los declarantes.
La segunda iniciativa es la muy loable propuesta de eliminar el Impuesto al Patrimonio Inmobiliario para las personas mayores de 65 años. Este odioso gravamen ha perturbado, desde su instauración, la vida de envejecientes al ponerles a pagar por propiedades que en la mayoría de los casos constituyen su fuente de ingresos de retiro y final de vida. Con sólo limitar la cantidad de inmuebles, se pudiera presentar un notable alivio a sus vidas en los años finales de estas personas.
En tercer lugar, están los impuestos dispuestos en la Ley 253-12 que a la fecha no han sido aplicados. Entre estos estaría el 1 % del valor del vehículo y la aplicación de un mono tributo de RD$12 mil para los comercios minoristas. Más que nuevos impuestos, el Estado requiere que, una vez realizada esta micro reforma, se disponga de una renovación moderna, completa y más justa al actual sistema impositivo.
Los ingresos obtenidos por la DGII y las conveniencias de eliminar estos impuestos y gravámenes innecesarios, no tan solo haría la vida más placentera para el contribuyente, sino que le animará a recibir la real reforma fiscal por venir con mayor resignación.