La metamorfosis de Thomas

La metamorfosis de Thomas

La metamorfosis de Thomas

Thomas es un haitiano con una sólida formación profesional. Habla inglés, español, creole, alemán y francés. Es el encargado de Recursos Humanos en un banco importante de Estados Unidos. Tan pronto entablas una conversación con él de inmediato sabes quién está frente a ti. Tiene un corazón limpio y a través de sus palabras puedes adivinar el impresionante dominio de una aquilatada cultura general. Nació con el don del rey Midas; y, sobre todo, con una nobleza impresionante: incapaz de hacer daño a nadie.

Hay un capítulo en su vida la historia, a partir de este momento, la cuento a través de mi confidente. No son palabras mías— que habla por sí solo del corazón noble que tiene. Sucedió en Santo Domingo, durante unas vacaciones cortas. Allí conoció a Magaly, la mujer más vulgar de la faz de la tierra y para ayudarla se casó con ella. El sueño de su mujer era vivir en Nueva York.

En cierta forma, con zigzagueos emocionales, la relación con Magaly prosperó y, con el paso de los meses, Thomas se convirtió en el padre de una niña preciosa. La mujer capitalizó el nacimiento de la princesita y entre súplicas y ruegos lo convenció de que se quedarán juntos hasta que trajera a su familia a Estados Unidos. Los trajo a todos; y en ese tiempo él se convirtió en el padre de un niño.

Ya para entonces Thomas no quería que sus hijos se criaran solos, sin la mirada tutelar del padre. Entonces se quedó con ella. No solo con ella. Además tenía una amante alemana con la que realmente tenía afinidad.

No recuerdo su nombre. Te digo que Magaly, la esposa dominicana, es lo más soez que he conocido, no tiene educación, conocimientos y es una mujer que se divierte tomando cerveza y bailando bachata en una esquina en Villa Mella. Thomas, ya te dije, es un hombre con una vida vertical, austero; y encargado de reclutar profesionales de primera línea, ejecutivos que pasan a engrosar la planilla laboral del banco.

Un día Thomas se levantó a ver a sus niños en la noche y sintió que un rayo le atravesó en cuerpo y lo hizo caer de rodillas. Esa noche Thomas conoció a Dios. Yo lo conocí antes y después de su nacimiento: “la metamorfosis santa” como lo llama él.

La cosa es que nunca tenía esa espina de cristiano que les ves a determinadas personas. Pero después de esa noche él regresó a casa y nos contó algo increíble. Sin que pudiera explicarse cómo, luego del fogonazo del rayo apareció una Biblia en sus manos. Una fuerza poderosa lo conminó a leerla; y no se detuvo de leer hasta que los rayos de luz de la mañana entraron por el ventanal del apartamento.

Todo lo que leyó de la Biblia se lo aprendió de memoria. Todo en una noche y parte de la madrugada, sin dormir, sin apartar los ojos del libro. No lo creía. No era que dudaba de él, pero aquello era increíble.

Increíble que lo contara de esa forma; y para probarlo me pidió que le preguntara sobre algún versículo. Así lo hice y él, de inmediato, lo recitaba. Con el don de la buena memoria también recibió el encargo de hacerse misionero de Dios; y tiene que salvar almas perdidas. Hace tres décadas que vive en Nueva York. En esta ciudad tiene una vida hecha, pero tiene que viajar a su pueblo: Haití.

Una especie de hijo pródigo que vuelve a su pueblo. Dios lo necesita allí para que predique en francés y en creole. Ya te dije que habla inglés, español, creole, alemán y francés… sí, un verdadero políglota. Tiene que regresar a Haití y predicar en francés y creole, porqué en esas lenguas es que el señor lo necesita. Tiene una palabra alucinante como la miel.

Thomas es esa persona a la que siempre quieres oír. Se tomó en serio la misión que ya dejó a su amante, renunció a su trabajo en el banco. Imagínate la increíble decisión que tomó. En esa posición que tenía recibía al año un salario de más de 300,000 dólares.

En Haití, ahora, Thomas lleva una vida simple; y solo se dedica a predicar.



Rafael García Romero

Rafael García Romero. Novelista, ensayista, periodista. Tiene 18 libros publicados y es un escritor cuya trayectoria está marcada por una audaz singularidad narrativa, reconocido como uno de los pilares esenciales de la literatura dominicana contemporánea. Premio Nacional de Cuento Julio Vega Batlle, 2016.