Quienes me conocen saben que soy frontal y radical contra la corrupción y la impunidad. Así mismo soy radical con la mentira. Sería incapaz de usar la mentira en contra o a favor de alguien. Por más que odie a una persona, no mentiría para dañarle; por más que ame a una persona no mentiría para protegerle.
En esta fase, a pocos días de las elecciones, ya se comienzan a escuchar cosas, y muchas más habremos de escuchar.
Esos mismos que llevan años robándose el futuro del pueblo, que han secuestrado la justicia, que han pactado con el narcotráfico. Esos que están usando la pandemia para sobrevalorar compras, para buscar ventajas políticas, para impedir que la gente ejerza su derecho al voto. Esos han demostrado que no tienen límites.
No les importa robar, no les importa matar, no les importa mentir. Están desesperados ante la realidad de que van a salir del poder (y lo que eso implica).
Las recientes declaraciones de Domínguez Brito son un claro ejemplo de la desesperación. En su afán de criticar, él mismo se incrimina… Quien está asustado no mide sus acciones.
Ya pronto sabremos la verdad. La verdad de los sobornos de Odebrecht; la verdad sobre Quirinito y Cesar El Abusador. La verdad sobre las compras de asfalto, sobre el metro y la OISOE. Muchas verdades se van a saber.
No pretendo venganza, sino justicia. Quien haya cometido actos en contra de nuestro pueblo, que se le apliquen las sanciones que corresponde. Sin importar amistad ni militancia. La ley es la ley, y debe ser para todos igual.
Tengamos cuidado. En lo que llega la verdad, no nos dejemos arrastrar por las mentiras.