Alexis Rafael Peña.
Bajo la modalidad de la pandemia covid-19, los Centros de Mediación y de Resolución Alternativa de Conflictos de varios países iberoamericanos, han optado abrir sus servicios en opciones viables para las partes y las personas mediadores.
Hoy la virtualidad es la corriente impuesta en esas circunstancias. Recordar que internet tiene unos 40 años aproximadamente utilizándose en vías alternas a las viejas prácticas de lo manual y en otros casos, en el transporte vial.
Ante del coronavirus, las personas jóvenes y adultas realizaban sus diligencias personales, comerciales y empresariales en la mayoría de los casos presenciales, tanto en los bancos, restaurantes, industrias, supermercados, recreativas, viajes, ferreterías, farmacias, clínicas, hospitales, agropecuarios u otras actividades de manera normal.
La internet y las plataformas digitales de las instituciones públicas o privadas eran opciones alternas a los servicios presenciales. Sin embargo, las personas priorizan la presencialidad con el fin de garantizar un servicio sin inconvenientes y con mas precisión.
Expertos y expertas exponen ahora en la pandemia, que la internet y las redes sociales han sido la mano amiga de la gente. Explican que si el mundo no contara con estas herramientas la crisis mundial sería una desgracia para el ser humano.
El uso de las Tics rondaba entre un 15% a 20% antes de la pandemia, hoy la virtualidad ha colapsado por la demanda y a la vez, ha provocado un giro de 300 grados de favorecidad en la población. Su explotación supera ya el 100% de su capacidad.
Ante esa realidad, los servicios a la ciudadanía han ido innovando en su facilidad, una de ellas es la virtualidad. Hospitales, clínicas, universidades, Centros de Mediación, empresas, industrias, instancias judiciales, gubernamentales, diplomacia y toda las demás actividades ofrecidas y requeridas por la gente, en más de un 90% en virtualidad.
En donde no está descartada la Resolución Alternativa de Conflictos o Disputas (Rac-Rad), en esta novedad del denominado coronavirus o covid-19, el cual ha venido según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Panamericana de Salud (OPS), está para quedarse por varios años entre nosotros.
Retomando lo que fue el tapaboca en la humanidad, luego de su uso en el 1918 en la denominada pandemia española, en donde destacan los medios de comunicación de la época, el fallecimiento de unos 50 millones de personas aproximadamente.
A más de un siglo de su uso la mascarilla (tapaboca), ha vuelto aún estando la humanidad en su máximo explotación del conocimiento y el tecnológico. Con la capacidad e inteligencia del ser humano, por ahora existen más de 40 intentos de vacunas para el covid-19, ninguna de estas ha dado con el problema, para otros existen retrasos. Es decir, que la ciencia acompañada de la tecnología todavía no ha podido innovar y combatir un virus que aún no se sabe a ciencia cierta su descendencia y mucho menos, su medicina para enfrentarlo.
Hace unos días escuche me parece en una de las emisoras católicas Radio ABC y Radio Juventus Don Bosco, que desde 1986 a la fecha en el mundo, han circulado cerca de 400 virus y el que más impacto ha causado por ahora ha sido el covid-19. El cual tiene en mundo paralizado desde marzo a la fecha. Reactivándose por presiones del sector empresarial y comercial. A los cuales les ha ido muy bien económicamente; en donde millones de personas han perdido sus empleos por desconsideración de estos sectores.
De todo modo, los conflictos con o sin pandemia continúan su curso. El coronavirus ha obligado a las autoridades gubernamentales (ejecutivo, judicial, mediación, municipal u otros), a ofrecer solo lo prioritario a la ciudadanía. La virtualidad es una de esas respuestas.
La Mediación (mediadores), Conciliación (jueces, fiscales) y Juicio (tribunales), no pueden parar por estas circunstancias. Debe ofrecer respuestas a quienes aun teniendo dificultades de salud o de recursos, tiene que resolver conflictos personales con familiares o relacionados.
