La mediación judicial dominicana aún calando puentes entre montañas

Para los académicos de derecho y profesionales de la abogacía, la justicia —según algunos— existe para resolver conflictos a través de jueces, fiscales y defensores públicos, ignorando la mediación, conciliación, negociación y otros medios pacíficos para la solución de conflictos.

Quienes imparten docencia en las escuelas de derecho de las más de 25 universidades e institutos de educación superior entienden que los conflictos deben dirimirse en los tribunales; mientras que otros, con paradigmas diferentes, observan que estos pueden solucionarse en Centros de Mediación y Conciliación.

En el tribunal, una persona tercera, imparcial y neutral —llamada juez—, decide la solución del conflicto mediante una sentencia, basada en las evidencias que presentan los profesionales del derecho.

La justicia, en la mayoría de los casos, no satisface a la ciudadanía con sus decisiones. Esto no lo decimos nosotros, lo expresan las propias partes en diagnósticos o estudios realizados por estudiantes para sus tesis de licenciatura, especialidad, maestría o doctorado, o en investigaciones hechas por firmas de abogados, academias de estudios superiores o empresas dedicadas a esos fines.

Los datos sobre estos aspectos pueden ser relevantes para todo individuo interesado en conocer las diversas diferencias entre la justicia tradicional (desde los tribunales) y la justicia participativa y plural, como la mediación, conciliación, negociación y arbitraje.

En los casos en que se utilizan métodos alternativos, se busca que la persona, acompañada de una tercera parte —mediadora, conciliadora, negociadora o árbitro—, tenga la capacidad de plantear sus argumentos, opciones y necesidades, para que la otra parte los conozca, los valore y exprese sus propias pretensiones al momento de sentarse en la mesa del diálogo.

En cualquier caso, la ciudadanía, ante diferencias en la familia, el condominio, el residencial, el barrio, la vecindad, el trabajo o simplemente una controversia con otra persona, suele recurrir a mecanismos tradicionales como querellas, órdenes de alejamiento o de conducencia, según el tipo de conflicto que enfrente.

A casi dos décadas de su implementación en el sistema de justicia dominicano, la ciudadanía ha notado la diferencia entre un sistema tradicional (los tribunales) y un nuevo enfoque para resolver conflictos (los Centros de Mediación Judicial).

La gente sabe que los conflictos, tal como se les denomina, no son ni buenos ni malos. Todo depende del enfoque que se le dé para su resolución. Como bien sabemos, algunas personas deciden ignorarlos, otras los enfrentan con violencia, y quienes tienen mayor visión de consenso y convivencia buscan la mediación como salida alternativa.

En nuestro caso (República Dominicana), la mediación penetró el sistema de justicia a través de lo que hace casi dos décadas se denominó Departamento de Familia, Niñez y Género (DINAG), dirigido por la señora Carmen Rosa Hernández y bajo la coordinación del doctor Jorge Subero Isa, entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Es decir, que desde abril de 2006 hasta la fecha, la ciudadanía cuenta con otra oportunidad para solucionar sus controversias: la mediación, como forma de resolver confrontaciones sin necesidad de que intervenga un profesional del derecho o un juez.

Por eso creo que, si usted aún no ha visitado ni utilizado los servicios de mediación del Poder Judicial, es momento de buscar la forma de acceder a ellos. Estoy seguro de que me agradecerá por recomendarle un servicio tan excelente y eficiente.

Es cierto que los Centros de Mediación Judicial no están presentes en los 11 departamentos judiciales ni en los 32 distritos, pero se está avanzando para que esta otra forma de hacer justicia —participativa, autocompositiva y confidencial— promueva la paz y la convivencia, y contribuya al fortalecimiento de la armonía social en la República Dominicana.