La mano visible

La mano visible

La mano visible

Federico Alberto Cuello

Hay una isla en el mundo, localizada en el mismo trayecto de los vientos del Pacífico.
Tiene el tamaño de Luxemburgo y la mitad de la población de Santiago de los Caballeros.

Por su aeropuerto pasan anualmente 31 millones de viajeros, de los cuales 15 millones son turistas internacionales, provenientes primordialmente de esas megalópolis que la rodean: Seúl (al Norte), Tokio y Osaka (al este), Taipéi (al sur), Hong Kong (al suroeste) y Shanghái (al oeste).

Sus cítricos son dulces y jugosos, cultivados en su fértil suelo volcánico.
Su pesca, variada y abundante, sigue en manos de hábiles mujeres submarinistas.
Sus frondosos bosques cuentan con caminos bien trazados y acondicionados para que hasta los discapacitados puedan disfrutar de las “curas forestales”.

Cuatro universidades de clase mundial e innumerables colegios internacionales garantizan la formación requerida por una isla que prosperó por el turismo pero que se desarrolló bajo la tutela de la Corporación de Desarrollo de Jeju (CDJ).

Abierta a la libre circulación de bienes, servicios y capitales, la CDJ ha logrado que el crecimiento de la coreana isla de Jeju sea participativo y sostenible.

Financia sus actividades a partir de los beneficios de las tiendas libres de impuestos.
Con dichos fondos garantiza la construcción y expansión de los servicios públicos.
Cubre así el costo de la infraestructura de apoyo al turismo, con innumerables museos, parques de atracciones, parques científicos y tecnológicos, así como viviendas de interés social.

Procura gestionar adecuada y sosteniblemente los recursos de la isla, garantizando la formación de un personal comunicativo y competente que forma parte del ecosistema laboral del que se nutre la isla y que es a la vez creador de valores compartidos, gestor de servicios de calidad y responsable de la integración del público a una economía local abierta a la innovación.

Porque en la isla de Jeju no se duermen en los laureles de su incuestionable éxito.
Esa prosperidad que trajo el turismo, desarrollada por la CDJ, generó una economía diversificada que se renueva permanentemente, apostando por nuevas fuentes de crecimiento como la programación, la creación digital y la biofarmacéutica.

En el camino, la CDJ acompaña al inversionista, identificando proyectos y haciendo los estudios de factibilidad requeridos.
Eliminó además toda regulación aplicable a la circulación de vehículos que utilizan energías alternativas.
Visitar la isla de Jeju en ocasión de su foro anual para la paz y la seguridad ha sido una primera aproximación a un caso digno de estudio y de émulo.

Por haber construido una economía diversificada de apenas 696 mil habitantes que producen anualmente lo mismo que los 11 millones que viven en la RD.

Que recibe más del doble de turistas, ofreciéndoles una experiencia repleta de estímulos para todos los sentidos y con actividades para todos los gustos.

La isla no está exenta de desafíos, pues recibir tantos turistas en un espacio tan reducido encarece el precio de la tierra, eleva la demanda de agua, genera basura y satura el tránsito terrestre.
Para enfrentarlos, la isla de Jeju cuenta con la mano visible del CDJ, artífice de sus muchos logros.



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