Desde hace casi una década se está “agitando” con cierta constancia sobre la necesidad de construir un estadio de béisbol en Santo Domingo, acorde con los estándares de Grandes Ligas.
Los argumentos más socorridos es que siendo República Dominicana el segundo productor de peloteros del mundo no puede seguir con estructuras beisboleras obsoletas.
Hasta ahí, todo está bien, sin embargo, se ha despertado una “guerra” entre posibles constructores que de vez en cuando inician campañas de prensa, en la búsqueda de que el Gobierno le dé luz verde a ese proyecto.
Llama la atención que entre los dos proyectos que han tenido más repercusión haya una diferencia de 10 millones de dólares, que no es pajita de coco, dado que serían, aunque estén muy devaluados, unos 500 millones de pesos.
Como los estadios del Estado son usufructuados desde siempre por los equipos, ante la posible construcción de uno en Santo Domingo, habría que involucrar en la inversión a los propietarios de Licey y Escogido, con por lo menos un 50 por ciento del total.
Son muchos los opositores a que el Gobierno se embarque en la actualidad en un proyecto de este tipo, debido a que se tendría que recurrir a préstamos, incrementando así la ya de por sí elevadísima deuda externa.
El país, en realidad, dada la importancia del béisbol, requiere de una instalación más moderna, pero debe ser un esfuerzo conjunto, en especial de los que sacan más beneficios económicos, porque el béisbol es un negocio redondo, donde nunca hay pérdidas, no importa el lugar en que termine un equipo.
RADARES.- Cuando por un largo trayecto se menciona a alguien, se produce una especie de “fijación”, y eso me ocurrió ayer con Lino Rivera, a quien confundí con Luis Urueta, dirigente del Licey. Cosas que pasan algunas veces en este delicado oficio.