Es frecuente que cada final de temporada, más aquí que allá, surjan dudas sobre la posibilidad de arreglar resultados para fines de clasificación.
Ahora con las redes sociales, las quejas y el morbo se reproducen a “quemarropa” entre fanáticos, jugadores, periodistas y hasta directivos.
Se sabe que dondequiera que esté el pensamiento y la mano del ser humano habrá espacio para ir detrás de los mejores resultados económicos, principalmente.
En el fútbol se trata de evitar la especulación programando partidos simultáneos, En las grandes finales de cualquier deporte los beneficios metálicos para jugadores se obtienen de los primeros juegos que eviten extender series con objetivos malsanos, señal de que las dudas están latentes.
El Licey cometió cinco errores temprano en un juego y rápidamente las “benditas redes” reseñaban que se estaba apostando a la clasificación de las Águilas con fines económicos.
¡El Licey terminó ganando! Combinar tanta gente para permitir ocho carreras en un inning es un absurdo, sobre todo un equipo que todavía hoy no está clasificado.
Es normal que conjuntos clasificados comiencen a administrar su personal principal y a probar otros secundarios, pero ese derecho hay que ganarlo en el terreno.