La limpiabotas de San Cristóbal que nunca pierde las esperanzas

La limpiabotas de San Cristóbal que nunca pierde las esperanzas

La limpiabotas de San Cristóbal que nunca pierde las esperanzas

San Cristóbal .-Desde hace 20 años la precariedad económica y la falta de oportunidades han obligado a Justina de los Santos (La Morena) a lustrar zapatos para poder dar de comer a sus cuatro hijos.

El rostro de la señora de 43 años refleja los sinsabores que el afán diario le ha dejado y más aún, su desesperanza, al ver que “los chelitos” que consigue cada día le alcanzan para menos.

Justina se levanta todos los días a las 4:00 de la mañana a fregar y a preparar la comida de sus hijos para luego prepararse e irse al parque Central de este municipio, ubicado en la avenida Constitución próximo al Ayuntamiento, donde inicia su trabajo antes de las 7 de la mañana.

Sentada en una caja de madera que ella misma construyó para guardar el líquido, la pasta y los demás instrumentos de trabajo, “La Morena” limpia hasta dos docenas de pares de zapatos por día, cada par a RD$25, sin embargo, hay días en los que no lustra ni un solo par.

No es fácil

“Esto no es fácil… yo pago RD$1,500 de casa, pago luz, compro comida, medicinas, detergentes y mantengo a mis cuatro hijos”, dice la señora, visiblemente entristecida.

Una de sus hijas es madre soltera y tiene cuatro niños pequeños, cuyas edades oscilan entre uno y seis años, a los cuales también debe ayudar a sustentar.

“Muchas veces cuando no hay para la comida esperamos hasta el otro día para echarle algo al estómago”, dijo con voz entrecortada.

Rompiendo paradigmas

“La Morena” lleva 20 años como limpiabotas, y aunque este es un trabajo tradicionalmente realizado por hombres y adolescentes, ella nunca se ha sentido avergonzada.

“Es mejor ganarse la vida honradamente que hacer lo mal hecho”, dijo.

Todo empezó a sus 23 años, cuando vendía café en la calle, conoció a un muchacho que limpiaba zapatos, quien la convenció de que ese trabajo era mejor.

Meses después aprendió y desde esa fecha hasta el sol de hoy es la mujer limpiabotas de este municipio.

“Esto es mejor que coger sol en la calle, lo hago con mucho amor”, expresó como un consuelo.

Triste realidad

Justina vive en una casucha alquilada, de apenas dos habitaciones, cerca del estadio Temístocles Metz, donde a puro esfuerzo paga RD$1,500 cada mes.

En el reducido espacio convive con sus hijos, nietos y esposo, este último tiene una paletera.

Esta mujer quiere estudiar y ser profesional, pero el tiempo no le alcanza, porque debe buscar el dinero para poder mantener a su familia.

Con las manos en el rostro y mirando al suelo dijo: “Uno quiere, pero no tiene tiempo, sería bueno aprender de letras, ojalá Dios me ayude”.

Antes había más clientes y “La Morena” limpiaba hasta 50 pares de zapatos, “a mí me sobraban cuartos”, sin embargo, hoy se han reducido a casi nada. Su situación es cada vez más precaria, pero su mayor temor es no tener trabajo.

Clientes

Algunos clientes expresaron su satisfacción porque ella les lustra los zapatos muy bien y hasta mejor que los hombres, de una manera muy original, ya que también canta mientras realiza su labor.

“Me gusta como quedan mis zapatos, ella me los limpia los lunes y me duran mucho con brillo”, dijo Nicolás Santana, uno de los clientes.

Sólo promesas

De acuerdo con sus anécdotas, han sido muchos los políticos de este municipio que han prometido ayudarla con una casa y un trabajo, pero afirma que sólo lo hacen en tiempos de campaña, porque la ven con pena y en cuanto dan la espalda se olvidan de ella.

Justina pidió a la primera dama Cándida Montilla de Medina y al presidente Danilo Medina que la tomen en cuenta y la ayuden a conseguir una vivienda, “tener un techo me ayudaría a ser feliz”, manifestó esperanzada.

Sugirió además a las personas que cuando visiten San Cristóbal pasen por el parque Central y se dejen lustrar sus zapatos por ella, para que vean lo bien que trabaja, “no se arrepentirán”, aseguró.

Trabajo honrado

Tradicionalmente la labor de limpiabotas es ejercida por personas del género masculino y muy frecuentemente niños.

Justina, quien además de lustrabotas es ama de casa, madre y esposa, ve en su limpiabotas la herramienta perfecta para conseguir el pan diario de su familia. Manifiesta que nunca se ha avergonzado de su trabajo, pese a que la gente la ve con asombro.
“He aprendido que hay que trabajar honradamente para poder comer tranquila”.

“La Morena” es conocida en este municipio como un ejemplo de madre esforzada e incansable, que ha sabido perseverar pese a las precariedades.