En los regímenes democráticos, los ciudadanos tienen acceso al ejercicio del poder a través de los partidos políticos. Por ese motivo es necesaria una ley de partidos, es decir, establecer regulaciones que permitan la convivencia pacífica, el respeto, la justicia. ¿Será posible?
Tenemos marcos jurídicos que no se respetan. Las leyes se aplican dependiendo del poder de la persona o grupo. De ahí que la representación política no sea producto de las convicciones e ideas, sino de la fuerza del dinero.
Organismos como la Junta Central Electoral, altas cortes, tribunales judiciales, etc., acomodan las acciones y establecen prioridades, dependiendo del caso.
Los criterios no son normativos, sino personales. Es irritante como deforman la sociedad, especialmente la juventud. Le quitan motivación para capacitarse y actuar por buena lid.
Las acciones de estas instituciones demuestran que poco valen los conocimientos, valores e ideologías, lo que importa es el poder político y económico que acumulan los que haciendo uso de los recursos del pueblo lo manejan a su antojo comprando conciencia.
¿Ley de partidos? ¿Para retorcer su interpretación? En el país abundan las leyes, muy buenas, pero no se aplican. Los congresistas deberían fajarse a fiscalizar su cumplimiento o cerrar el Congreso Nacional por un tiempo.
Parecería que están ahí, esperando lo que envíen poderosos, para ponerle el sello gomigrafo.
El pueblo esta desamparado. Ojalá algún legislador sometiera una ley de cómo lograr que los lideres, mandatarios, los que dirigen las instituciones, ¡ellos mismos! ,sean personas honestas, insobornables, conscientes de su misión, capaces de actuar en pro del bien común.
Para los congresistas despertar credibilidad, deben autoevaluarse, reglamentarse y detener aquellos que llegan con un maletín a inclinar la balanza.
No son leyes lo que necesitamos, son principios éticos, cívicos, morales y voluntad para hacerlos cumplir. Por ejemplo, los que utilizan posiciones públicas para desviar los recursos del pueblo en pro de candidaturas en campaña política, si conocen algo de dignidad, no necesitan leyes para saber que no es ético. Por tanto, se retratan de cuerpo entero.
¡Por Dios!!, que los recursos de la nación no sean para beneficiar grupos ni blindar poderosos. Pensemos en el futuro de nuestros hijos.
Urge imitar a Jesús, el hijo de Dios, cuando tomó el látigo y sacó los mercaderes del templo. Necesitamos, sacar los mercaderes del Congreso, de las altas cortes, de los tribunales, de las instituciones gubernamentales.
Despejemos el ambiente. Tratemos de que entren al escenario personas honestas, capaces de pensar en el bien común, que agarren con firmeza y coraje las riendas de la nación y les den sentido a las leyes.