“Tendrás a tu cargo decir las palabras de gracias, pero que no sean más de una página”. La advertencia puede ser fácilmente violada sin desobedecer las instrucciones, aunque parezca mentira.
Bastaría con escribir letras muy pequeñas, pequeñísimas, de tal manera que en la página en cuestión quepa el doble o el triple de palabras, que si se escribieran con tamaño normal.
Con esto del tamaño de las letras se cometen también muchos abusos. ¿Qué me dicen de los textos que acompañan a los medicamentos para indicar fórmulas, modo de uso, efectos secundarios, etcétera, etcétera? Se necesita una buena lupa para poder descifrarlos.
El colmo del abuso, sin embargo, lo vemos diariamente en los periódicos. Como es sabido, hay algunas situaciones legales en las que la norma impone la obligación de hacer determinadas publicaciones en diarios de circulación nacional, para que nadie pueda alegar ignorancia.
Eso sucede con los divorcios, las licitaciones públicas, las ventas en pública subasta y otras ocasiones especiales. En su afán de que dichas publicaciones legales cuesten lo menos posible, los interesados utilizan las letras más pequeñas imaginables, hasta el grado de que resultan ininteligibles y requieren, no ya una lupa, sino un microscopio y una muy buena luz solar.
Naturalmente, nadie se esfuerza en descifrar esos textos, y así se pierde el objetivo de que todo el público se entere de lo que se dice en el mensaje.
¿Qué hacer entonces? El que tenga una buena respuesta que me lo diga, para compartirla con todos.