Desde el mismo día que se informó la anulación de las elecciones nacionales municipales, programadas para el 15 de febrero pasado, se produjeron algunos escarceos de protestas en barriadas de la capital y del interior del país.
La gente intuyó en la situación más una trama de truculencia, que fallos técnicos o de negligencia.
La situación no pasó a más porque varios líderes de oposición llamaron a la prudencia, a la calma.
El día siguiente de las fracasadas elecciones, Alianza País llamó a la población a concentrarse frente a la Junta Central Electoral (JCE), para reclamar la renuncia de su pleno directivo.
La concentración se constituyó, en los días sucesivos, en manifestaciones cada vez más crecientes, con la muy notable participación de una población joven. Esta masiva participación nos deja claro que nuestros jóvenes, (también los de mediana y alta clase media), no son ajenos a lo que pasa en el país en la actualidad.
Nuestra juventud, como la mayoría de la población, siente un gran hastío, una gran frustración frente al comportamiento de muchas de nuestras instituciones, partidocracia, y sobre todo, ante quienes tienen hoy día control del poder político.
El pueblo dominicano y nuestra juventud, tiene un gran disgusto y una gran frustración frente a la permanente conducta de maniobra politiquera y de truculencia de los que nos han gobernado, de los que manejan gran parte de nuestras precarizadas instituciones.
Nuestros jóvenes no se aguantan ante tantas mentiras y poses mendaces y ante una relación Estado-sociedad en que no se les toma en cuenta, en que se les invisibiliza, en que no se oye su voz.
Por lo anterior, buena parte de nuestra juventud, de todo el país, aun de localidades lejanas, ha dicho basta y ha comenzado a manifestarse. A manifestarse con consignas que defienden la democracia real, que dicen que la democracia está en juego, que el pueblo manda y que la patria no es para usarla.
Esto constituye un importante fenómeno social. Buena parte de nuestra juventud dice, con esta integración, no a la antipolítica que una parte de nuestros jóvenes han abrazado en rechazo a los polítiqueros o inducida por una acción que ha buscado imbecilizarla o hacerla indolente.
Saludamos este nuevo hecho social de integración de nuestra juventud a la lucha por los derechos y el decoro.
Esta integración será un contén importante para detener a quienes quieren embaucar la nación, y constituye un factor importante de acumulación de fuerza y de conciencia en la lucha popular y ciudadana.
Favorecemos la participación de nuestra juventud en la lucha, participación que le da más significado, colorido y dinamismo a la misma, y que fortalece el clamor de los millones que decimos ya basta.