No hay duda que la irresponsabilidad ciudadana ha sido el factor determinante en la expansión exponencial que viene experimentado el coronavirus a nivel mundial, porque si desde el inicio de la pandemia se hubiesen tomado las previsiones y protocolos que han señalado las autoridades sanitarias, otra cosa estuviese sucediendo.
Esa irresponsabilidad, que no es más que la incapacidad de personas para cumplir con un compromiso u obligación que se le haya colocado en forma obligatoria o voluntaria.
Lo penoso de todo esto es que la misma se registra en segmentos de las sociedades que debieran tener un “chin” de “tutu” cerebral, sobre las funestas consecuencias que se derivan del incumplimiento de las reglas.
No hay excusas ni explicaciones de que en organizaciones deportivas profesionales, en que se supone, por lógica, que deben mantener un estricto desempeño, se estén produciendo casos que ponen en entredicho los protocolos y la disciplina que han sido implementadas para evitar la propagación del Covid-19.
No es posible, ni cabe en una cabeza mínimamente bien puesta, que peloteros de Grandes Ligas, sabiendo las consecuencias, se expongan a contagiarse, asistiendo a un casino de juego, tal y como sucedió con varios miembros de los Cardenales de San Luis.
Y para nadie es un secreto las repercusiones que puede tener esta situación en el futuro de la presente temporada.
El comisionado Rob Manfred ha evadido por todos los medios una posible suspensión de la campaña, pero si esto sigue como va, se verá en la necesidad de hacerlo, lo que sería una lástima , mientras otra importante liga como la NBA, desarrolla su “burbuja” sin contratiempo.