Los ejecutivos en el béisbol profesional dominicano duran menos que una cucaracha en un gallinero, producto del inmediatismo que se impone en todos los sectores de la vida nacional.
Son muchos los gerentes y dirigentes que han realizado trabajos aceptables y muy bueno, sin embargo, todavía algunos de los dueños de equipos no han asimilado muchas intríngulis de un negocio que cada día se torna más complejo, por las tantas variables que intervienen.
Y en esos movimientos que ejecutan los dueños y accionistas de equipos, no extraña que se den “metidas de pata” que más temprano que tarde producen muchos contratiempos.
La salida de Junior Noboa como gerente general del Licey sorprendió a muchos, aunque en los predios del tigre, era “voz del pueblo”, porque el malestar en las relaciones era evidente.
Noboa permaneció dos años en esa posición, tal y como lo consigna en su misiva donde informa su renuncia a Jaime Alsina, presidente del equipo.
En ese lapso, realizó un buen trabajo, guiandolos a su corona 22, y en la pasada campaña estuvo al tris de alcanzar la 23.
Los inconvenientes entre ambas partes se calentaron porque no deseaban que Lino Rivera, “pana” de Junior, siguiera al frente del conjunto en la campaña 2018-19.
En los próximos días, veremos a Noboa en la gerencia de los Toros del Este, por lo menos para los próximos dos años, donde también llevará de brazos al colombiano Luis Urueta.