Hace tiempo que decidí dar seguimiento a la «Novela Álex» de manera diferida, desde las gradas.
Me inmiscuyo porque otra vez el protagonista rehuye mostrar la cara ante la prensa, con todo derecho.
En el año 2009 el Escogido invitó a una rueda de prensa en la cuál fueron depuradas las preguntas, como especie de censura previa, y en la que el sujeto sólo quería hablar del anillo obtenido en la Serie Mundial.
Aunque, erróneamente, permanecí en el salón opté por no participar bajo el sistema de realizar preguntas complacientes.
Es por ello que sabía que Álex no tenía destreza ni capacidad para exponerse a los embates de una batería de periodistas, que pudo romper récord, ávidos de carearse con el pelotero mejor pagado.
Si no es culpable ¿de qué pidió excusas? ¿Y por qué anticipó «sé que muchos no van a creer mis disculpas»? ¡Qué ingenuo!
Definitivamente, Álex Rodríguez se las trae. Ha irrespetado y se burla de la actividad que lo hizo famoso. ¡Hay más y mejores capítulos!