No son una ni dos las noticias de personas que han intentado quitarse la vida en los últimos meses, unos lo logran mientras a otros les queda más tiempo para seguir intentándolo.
Si, seguir intentándolo, pues el que llega a ver el suicidio como única salida a sus problemas es difícil, no imposible, pero si difícil que cambie de parecer, en especial por la exposición de su nombre y vida en los medios y las redes sociales.
Ellos cargarán con este estigma toda su vida y siempre aparecerá un estúpido que les ayude a recordar el hecho que ellos luchan por olvidar.
Muchas son las razones por las cuales una persona atenta contra su vida, tan diversas como diverso es el ser humano, pueden ser tan insignificantes para unos como gigantescas para otros y es que, como dice el viejo refrán, “el corazón de la auyama solo lo conoce el cuchillo” y en esa dinámica debemos replantearnos la manera de ver las cosas.
Estas palabras no vienen a cambiar un hecho en particular, lo que quieren reflejar es cómo estamos reaccionando a esto: unos pocos con consternación, pena y dolor, mientras que un gran número con complejos de reporteros, ven, en esta y otras muchas situaciones, su deseo frustrado de dar a conocer los pormenores en las redes, ese medio que nos da el poder de hablar con el único filtro que nuestra conciencia.
Y esta conducta se hace viral.
Y es ahí donde quiero ubicarlos a todos: en el real significado de conciencia.
¿Estamos conscientes de las consecuencias de nuestros actos? ¿Estamos conscientes del grado de indiferencia con que tratamos el dolor de los demás? ¿Estamos conscientes que esa misma indiferencia se devuelve como un bumerán?
¿Estamos conscientes del camino de indiferencia que hemos escogido para nosotros y nuestros hijos? ¿Estamos conscientes de la falta de respeto que tenemos hacia los demás? Piense, medite y cambie. Al cambiar usted, la sociedad también podrá cambiar.