La incertidumbre de los aranceles
Los antecedentes históricos del comercio internacional evidencian que este siempre ha generado fuertes enfrentamientos entre naciones y donde cada cual interpreta su importancia y dinámica en función de los beneficios o desventajas que del mismo se deriva.
Por tales razones han existido restricciones de tipo económico muy significativas, tendente a regular el comercio a escala global, en que el instrumento más conocido para controlar el intercambio comercial se denominan arancel, esto es, los impuestos de aduana que gravan bienes comercializados cuando atraviesan una frontera nacional.
Y es que tradicionalmente el arancel se manejaba como fuente de ingresos para el Estado, aunque su verdadera finalidad es proteger sectores o industrias nacionales de la competencia externa. Sin embargo, con el progreso del fenómeno de la globalización, la importancia del arancel como medida protectora de industrias ha decaído en las últimas décadas, en favor de las barreras no arancelarias.
Desde una perspectiva del análisis económico, la aplicación de aranceles conduce a ponderar que los efectos del gravamen de un arancel por parte de un país pequeño tienen resultados adversos para la economía. En efecto, los precios en el mercado global permanecen intacto, mientras que el precio interno del bien importado se incrementa fruto de la cantidad total de arancel para los productores y consumidores individuales en el país pequeño, en tanto que, el consumo interno y las importaciones se reducen.
En cuanto a la aplicación de aranceles a las importaciones por parte de un país grande, los efectos que se derivan es que la oferta del bien importado se reduce, una parte significativa del arancel la pagan los consumidores domésticos y otra parte la pagan los productores extranjeros. Por igual, resulta irrefutable que la imposición de un arancel por parte de un país grande mejora sus términos de intercambio, pero reduce el volumen de comercio y la mejora en la posición de intercambio comercial se efectúa a expensas y sacrificio de su socio comercial, acudiendo a la retaliación, lo que al final, ambos países por lo general terminan perdiendo.
Es en tal contexto que llama la atención lo que está ocurriendo con las economías de EE. UU, Canadá, China y México, las cuales están sumergidas en una batalla sin límites por los espacios comerciales, lo cual podría desencadenar en efectos secundarios insospechados sobre la economía global. Esta guerra comercial entre estos gigantes económicos se inició como respuesta a la decisión de EE. UU de aplicar aranceles a bienes importados desde los otros países.
Al observar el agresivo desarrollo de la guerra comercial entre estas naciones, se arriba a la triste reflexión de que tal situación ha de tener un efecto dominó pernicioso que podría afectar potencialmente a bienes de otros socios comerciales de USA y también podría incitar una reacción en cadena en la medida que los países empiecen a tomar decisiones en contra de sus socios, quienes actuarían en retaliación. Y es que todo parece indicar que se asiste a una situación insólita en el comercio internacional ya que las economías entrarían en una fase hipersensible al ser afectadas por grandes olas de inestabilidad agresiva contra el sistema de precio global.
Una ruptura brutal del sistema de precio s escala global colocaría a los bancos centrales en una situación extremadamente complicada ya que se desarticularían todas las herramientas de las que dispone la política monetaria para cumplir su principal objetivo como lo es la estabilidad de precio. Ante este probable evento, la credibilidad de los bancos centrales y la política monetaria en la realidad se traducirían en una hecatombe mortal para la estabilidad macroeconómica a escala planetaria, cuyas consecuencias seria el peor desorden a la que se empujaría a la economía mundial de manera catastrófica.
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