La improductividad de los conflictos

La improductividad de los conflictos

La improductividad de los conflictos

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

A medida que evolucionamos como sociedad, hemos sumado complicaciones a nuestros días. Los días simples, sencillos y tranquilos ya no entran en nuestras agendas. Trabajamos más, hacemos más y queremos más. Pero esta prisa y carga tiene un precio que hay que pagar. El precio del olvido de lo importante y la necedad de vivir en conflictos.

Con el paso de los tiempos, las personas hemos ido ido abandonando la simplicidad de estar y ser para migrar al afán de tener y consumir. Y les hago la siguiente pregunta: ¿Para qué vivimos, trabajamos y afanamos? Es importante responderla y no postergarla. El sentido de la existencia se sostiene en esta respuesta, pues sin razón de ser no hay existencia.

A veces, por el mismo hecho de no identificar el por qué ocupamos un espacio en el universo, vivimos según los vientos que soplen y, en una sociedad tan convulsa como la que hemos creado, los conflictos son el pan nuestro de cada día. Y es que el ser humanos les dio inicio con su propia existencia. Las razones siguen siendo las mismas: supervivencia, coerción, sometimiento, deseos de posesión, de poder y gloria.

Lamentablemente, como se cuenta en el libro Reflexiones sobre temas humanos” de Polaris, “para obtener conciencia de la improductividad de los conflictos, los milenios transcurridos no han sido suficientes”. Para muestra, muchos botones, pues “constantemente se escenifican estos infaustos episodios. Individuos, grupos, comunidades y naciones libran tantas batallas por su incapacidad de manejar con serenidad hasta sencillas divergencias”.

De manera activa o pasiva, hay para quienes los brotes de violencia forman parte de su cotidianidad. Aficionados a la virulencia viven abriendo y cerrando capítulos de conflictos, nutriendo el ego en detrimento del bienestar. Con tristeza vemos como estos comportamiento afectan todo lo que esté en su campo de gravedad: familia, pareja, amistades, trabajo y diversión. Es importante recordar que “para construir paz hay que reinventar las conductas”.