«Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican: Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guarda. Por demás os es el madrugar á levantaros, el veniros tarde á reposar, El comer pan de dolores: Pues que á su amado dará Dios el sueño», Salmo 127.
Cada mañana al despertar, mi primer pensamiento va dirigido, en acción de gracias al que ha sido mi fundamento desde siempre, en mis tiempos de refrigerio y en mis desiertos, y es que sin lugar a dudas, sin Él no estaría de pie.
Pudiera referirme a la situación mundial, el cambio de gobierno en USA, la problemática de mi natal República Dominicana, los pronósticos económicos y sociales a nivel global, el comportamiento humanístico que deja poca brecha a la imaginación, el largo camino a recorrer antes de que nos sintamos medianamente seguros ante las vacunas y su efectividad, etc, etc, pero no tocaré esos puntos, trataré algo más importante.
La vida es una experiencia que de la mano con Dios vale la pena vivirla, y mientras más profundizamos en su esencia y en la sabiduría de quien la creó, más agradecemos ser parte de la misma y lo que disfruto de ella es que a los que estamos aquí y en nuestro libre albedrío hemos elegido la vida eterna con Dios, la misma, es solo un preámbulo de una eternidad inconmensurable.
Y es que jamás un Dios tan grande, sabio y poderoso, que nos hizo a su imagen y semejanza, se hubiera conformado con este limitado plano, que por el pecado nos impide ver la verdadera naturaleza del creador, gloria y majestad en su justa dimensión, y es tan importante lo que tenemos que visualizar y vivir, que envió a su Hijo Jesucristo para que pagara el precio por nuestra desobediencia, a fín de que la historia continuara como la había concebido desde el inicio de la creación, cumplió lo anunciado y seguirá cumpliendo su propósito, creamos en él o no, siempre hemos tenido esa elección.
Su Plan no fracasó… es el Todopoderoso, con la redención, por medio de Jesucristo, la muerte fue sorbida en victoria, pero no la terrenal, esa no era la importante, sino la muerte espiritual.
Hoy estamos apesadumbrados por las muertes terrenales, y las amenazas de las que podrían añadirse, víctimas de una pandemia que ha llenado de tristeza, confusión, sentimientos de derrota nuestros corazones, una realidad que quisiera ponernos de rodillas emocionalmente, pero levantémonos y dejemos que nuestra ciudad que somos todos nosotros sea guardado por el mayor de los vigilantes.
No sabemos cuándo pasará esta situación pero no nos dejemos amedrentar, ¨bástale al día su propio afán¨, seamos responsables en todo lo relativo a cuidarnos y lo demás, dejémoslo en las manos de Dios, porque igual, cualquiera que sea nuestra situación, la victoria a favor nuestro es de Dios y ya fue ganada.
Sé que no es fácil ante los sucesos que nos acometen, pero el Espíritu Santo de Dios que mora en nosotros lo hace posible. Tengamos paz en medio de la tormenta y gozo espiritual que fortalece nuestro cuerpo que tanto la necesita, porque podemos tener la confianza de que lo mejor está por venir y fue anunciado por nuestro Señor y Dios.