Los pactos educativo, eléctrico y fiscal son el trípode en que se sustenta la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, un mandato legal vigente que debería ser una real carta de ruta para provocar cambios significativos y las ansiadas reformas estructurales, un clamor de los sectores más avanzados del país.
La legislación data de 2012, bordea ya la edad de los 7 años y apenas se ha logrado cerrar el pacto por la educación. Todos los pronósticos de mis fuentes más informadas indican que muy pronto estaremos concluyendo el complejo pacto eléctrico.
Esto quiere decir que en corto plazo deberíamos estar dando cumplimiento al tercer pivote de la legislación: el pacto fiscal. Pienso que si el pacto eléctrico ha sido un camino empedrado y lleno de espinas, el fiscal podría devenir en un paseo por el infierno.
Yo creo que pocos asuntos inquietan y dividen más a los dominicanos –en especial a las fuerzas productivas- que el tema impositivo. La criticidad es variopinta y va desde las quejas por las altas tasas, el complejo ejercicio de tributar y el cuestionamiento al uso de los fondos públicos.
Algunas posturas, incluyendo ciertas campañas aviesas, desconsideradas y tremendistas, no pasan de ser una especie de “pataleta” o conato de rebeldía tributaria para buscar una justificación al incumplimiento de la ley.
scenificaciones de esa naturaleza podríamos tener a raudales desde que se inicien las discusiones del pacto fiscal. Particularmente estoy viendo señales en ese sentido que merecen ser tomadas en cuenta.
A mi juicio, el pacto fiscal debería contar –antes de la apertura de su debate- con un camino allanado y para esto elementos como el fortalecimiento de la transparencia y un sistema de consecuencias drásticas son fundamentales para sembrar la confianza de los ciudadanos en el Estado.
Otro esfuerzo sería el despliegue de un amplio, sostenido e inteligente modelo de comunicación que ayude a establecer una cultura tributaria en todos los ciudadanos, bajo la convicción de que el desarrollo y el bienestar necesitan ser financiados.
Los expertos en reputación hablan hoy del modelo “Walk the Talk”, contar lo que hacemos siempre respaldados por hechos. Se trata del convencimiento basado en el ejemplo que no deja dudas para tomar decisiones. Ese es, desde mi óptica, el gran reto del pacto fiscal, que debió haber sido el principio del cumplimiento de la ley.