“Jamás escribiré por encargo. El escribir a la orden destruye y aniquila todo. Quiero que mi trabajo sea sobrio y bello”, proclamó el novelista ruso Fiódor Dostoievski.
La grandeza de una persona reside en su autenticidad, y no en actuar bajo la sombra y el amparo de otros que procuran engrandecerse en base al mérito ajeno. El ejemplo de la autenticidad constituye una vía idónea para enseñar el camino hacia el valor del mérito personal; algo que reclama casi a gritos la sociedad global.