Seguidores de Danilo Medina insisten aun, en público y en privado, en la posibilidad de su repostulación, a pesar de todas las manifestaciones en contra. Si lo intentara sería un grave error.
Esa sería la gota que rebosaría el vaso de la paciencia popular, que pondría en peligro la precaria estabilidad política, económica y social dominicana.
El masivo repudio a la corrupción y la impunidad se mantiene latente, aunque no se ha expresado en este año como en el anterior, con las grandes movilizaciones; más por falta de precisión de sus convocantes que por ausencia de deseos de la gente.
Esas manifestaciones hicieron bajar considerablemente la popularidad del presidente, al quedar de manifiesto la complicidad oficial en la corrupción de la empresa brasileña Odebretch, entre otros casos. Desde entonces lo que se percibe, huele, oye y se lee es una corriente de opinión contraria al continuismo peledeísta, heredero del balaguerista y trujillista.
Los gobernantes medianamente cuerdos, al menos, se cuidan de no llegar a la “exageración irritante”, sabia expresión de la insigne educadora Rosa Smester, referente a otro tema, también político; es decir, se debe evitar la provocación, “a fin de que los pueblos no se vean compelidos al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”, según advierte la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), tantas veces repetidas por la veterana Radio Comercial.
Es evidente que la sociedad dominicana necesita reiniciar la marcha de las masivas movilizaciones populares contra la impunidad y la corrupción, descaradamente manifiestas en la libertad de los acusados por el caso Odebretch; además, por otros temas de alto interés, como el freno a la delincuencia, la necesidad de aumentar los ingresos de los que menos ganan, reducir la desigualdad social, etc.
Un reinicio de las movilizaciones populares fortalecería la corriente de opinión pública que brotó el año pasado contra la impunidad y la corrupción, cuya continuidad y fortalecimiento modificaría la correlación actual de fuerzas a favor de un cambio político significativo en el año 2020, comenzando por las elecciones municipales de febrero de ese año.