Hay muchas personas corriendo para alcanzar distintas posiciones en el ámbito electoral, espiritual y profesional, y la mayoría sabe (o finge saber) que alcanzar el puesto deseado depende de que exhiba una postura acorde a la voluntad de Dios.
El problema es que muchos se confunden. Cristianos y no cristianos se dejan persuadir por el encanto del éxito y pueden llegar a pensar que todo lo logrado fue sólo fruto de su propia gestión y esfuerzo y no de la intención del Padre Celestial, olvidando que todas la autoridades son puestas por Dios y ninguna llega a ser posicionada si Él no lo permite (Romanos 13:1).
Por eso exhibir a Dios no sólo es necesario para llegar a la meta, sino también para mantenerse, pues revelarse contra su voluntad no sólo acarrea sufrimiento y derrotas, sino también la pérdida de lo alcanzado (incluyendo el trono).
Como ejemplo de esto tenemos en 1 Samuel 15 la historia del rey Saúl, un hombre escogido por Dios para reinar el pueblo de Israel, pero después de estar en el poder prefirió complacer a los hombres, en vez de a Dios, adueñándose de las riquezas que a Jehová le desagradaban y conviviendo con la gente que Él mandó a destruir por ser abominable ante sus ojos.
¿Y cuál fue el resultado? Dios desechó a Saúl y lo arrancó del trono.
«Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey», le dijo Samuel a Saúl en 1 Samuel 15:22-28.
A Saúl se le olvidó que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombre, según Hechos 5:29. Procura que a ti no te pase lo mismo.
Dios te manda a que vayas, esfuérzate y se valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová, tu Dios, estará contigo en dondequiera que vayas (Josué 1:9). Ahora bien, no apartes de su Ley.
«De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés (Josué 1:17).
Recuérdalo bien: la permanencia en el poder dependerá de que Dios siga contigo.