El famoso acertijo de quién fue primero, si la gallina o el huevo, está ya gastado y regastado de tanto usarse. Pero en su lugar han aparecido nuevas expresiones tan difíciles de responder como la del huevo y la ponedora.
Por ejemplo: ¿qué fue primero, la corrupción o la impunidad?
El corrupto, cuando sabe de antemano que para él no habrá castigo, va “de robo”. Y la falta de sanciones, por otra parte, es el mejor estímulo para incurrir en cualquier tipo de acción indecorosa.
Quien no entienda lo dicho más arriba, seguramente no vive en la República Dominicana, templo de la impunidad y universidad de la corrupción.
Estas dos hermanitas queridas –impunidad y corrupción- se protegen recíprocamente en sus descarados paseos por todos los escenarios sociales, especialmente en el terreno de la política.
Como lobos disfrazados de ovejas, sus cultores se mueven subrepticiamente entre los ingenuos ciudadanos que todavía creen que algún día descubrirán el misterio de qué fue primero, si la gallina y la corrupción, o el huevo y la impunidad. ¡Qué revoltillo!