Días atrás me topé con el libro ‘Rumbo a una vida mejor’, de Jorde Bucay, en un paseo por Cuesta Libros. Más que una obra de lectura, el autor entrega herramientas para descubrirnos y trabajar en nosotros.
Aunque podemos pensar que nos conocemos y vamos por el camino correcto, siempre es bueno sumar conocimientos, recalibrar y evaluar constantemente como vamos. Podemos sentir que ahora tenemos una buena vida, pero, estoy segura, que siempre podemos mejorarla.
Quiero compartir con ustedes una de las máximas de uno de sus capítulos: la fuerza del deseo. Al leerlo, me sentí muy identificada, pues son fiel practicante de la misma. Creo, con fervor, en el poder de lo que deseamos. En identificarlo correctamente y alinear los pensamientos y acciones para hacerlo realidad.
Muy en el fondo (a veces no tan lejos) no tenemos claro cuáles son nuestros deseos, los verdaderos -más allá de sobrevivir a la vida-. Vamos avanzando según lo que vamos encontrando. Eso no es malo en sí, pero, si además de ir apagando fuegos según se presenten, no tenemos claro lo que quiere nuestro corazón, no hay manera que lo podamos encontrar.
¿Cómo vamos a encontrar algo que no estamos buscando? Es ahí donde entra en juego la autoignorancia y la manía de ‘ponernos excusas’. Vivimos argumentando sobre las razones por las que no hacemos lo que queremos y, en eso, se va la vida haciendo lo que no deseamos, viviendo con personas que no amamos, compartiendo con amistades por conveniencia.
En pocas palabras, conformándonos porque tenemos miedo a lo desconocido, a equivocarnos y tener que volver a empezar, a sacrificarnos -porque cada deseo viene con una cuota de sacrificio-, y a salir de nuestra zona de confort, esa que nos brinda seguridad y tranquilidad, pero que mata, poco a poco, la alegría de vivir.
Nuestro mayor problema
Bucay asegura que “lo cierto es que, la mayoría de las veces, nuestro problema es que no estamos acostumbrados a estar en contacto con nuestros deseos, porque, desde que nacemos, los mandatos, educación y censura nos han entrenado en esa dirección”.
Estamos grandecitos para arrepentimientos, no ganamos nada con eso. Tampoco es borrón y cuenta nueva. Ahora, lo importante es tener conciencia porque “todo lo que no se sabe, se puede aprender; todo lo equivocado se puede desaprender; y todo lo olvidado se puede reaprender.
Plan y acción
Para conectarme con mis deseos me ha funcionado tomarme el tiempo para identificarlos. Lo siguiente es evaluarlos, saber qué tan realizables son, sus pros y contra. Para luego poner manos a la obra. A veces los logro, otras no. En este vivir, he aprendido que mis deseos pueden ser flexibles, descartables, cambiables y hasta postergables porque mi vida no se determina por lo logrado, sino por lo vivido y lo intentado.