Como he planteado en diversas columnas, el conflicto es personal, familiar y social, es decir, está en todas partes.
Pero la definición que ofrecen las autoridades de Interior y Policía no me convence. Ocurre que, según sus estadísticas, cada vez que ocurre una muerte de una persona se les ocurre afirmar que el hecho ocurrió por el denominado conflicto social.
Pero no manifiestan realmente lo que ocurre, es el consumo alto de estupefacientes por los jóvenes de nuestras comunidades, que sin o con pocas oportunidades acuden a emprender en un punto de distribución de drogas en ocasiones con vigilancia estatal.
Pero bien, el conflicto maltrata a la gente, siempre y cuando no es abordado de la manera correcta,
Es muy poco lo que se habla del conflicto en los espacios educativos, culturales, deportivos y en los entornos sociales en los cuales aglutinan jóvenes para escuchar su música en jergas, poca ilustrada.
El conflicto genera más opciones que la violencia, ya que esta última te ofrece dos lugares: cárcel por lustro, décadas y más desgracia.
Mientras otras opciones favorables al conflicto es que genera cambios de paradigmas, de ofertas y oportunidades para crecer como persona y sociedad.
Esperar entonces que el 2026 como en el 2025, tengamos espacios de reflexión no para quedarnos en nuestro interior, sino compartirlo con nuestros familiares y relacionados.
Eso podría promover cambios significativos en nuestro entorno y sociedad. Depende de todos, pero de todos. Feliz 2026, amigos, amigas.